tag:blogger.com,1999:blog-46447732949972956372024-03-08T16:01:59.636-08:00¿Escribimos algo? Cuando la historia señala a los personajes, los ciegos se fijan en la trama.Antoniohttp://www.blogger.com/profile/13568669831476382043noreply@blogger.comBlogger13125tag:blogger.com,1999:blog-4644773294997295637.post-7515808812841420572013-03-07T15:49:00.001-08:002013-03-07T15:50:14.070-08:00La voz del pueblo - VIII<br />
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<b>VIII</b></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
La luz del exterior iluminó el establo. Kiran avanzó con lentitud,
llevaba la silla de montar debajo del brazo.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Esto es lo que querías? —El alcalde cepillaba con esmero el
pelaje de una yegua baya. Ni siquiera se dignó a mirar a Kiran.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—He hecho lo que tenía que hacer —le respondió Kiran—. Ni más
ni menos.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Esta vez Tonbery si le miró, y en su cara no había otra cosa que
rabia e ira. Sus mejillas emitían un brillo apagado.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Esto es lo que tenías que hacer? —dijo. Estaba enfadado, pero
no tenía fuerzas para alzar la voz—. ¿Separar a una niña de sus
padres? ¿Condenarla a un destino junto a un tipo que... qué? ¿Qué
conseguirá él para ella? ¡La miseria y nada más es lo que ese
tipo le dará!</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Puedo ver en tu cara que has llorado, por lo que deduciré que no
eres una persona completamente falta de sentimientos. Ya escuchaste a
tu hija, ya sabes lo que ella piensa y lo que quiere.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¡No es más que una niña! —Esta vez sí gritó—. ¡No sabe
lo que quiere, ninguno lo sabíamos a su edad! ¿o sino por qué tú
dejaste de ser Cuervo? Dime, Kiran, ¿quién te ha nombrado a ti juez
y jurado? ¿Es que realmente crees conocer lo que le conviene a una
niña más que su propio padre? ¿Realmente crees poseer tal
cualidad?</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Kiran no respondió.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¡Vamos, dime! ¿Es esta esa justicia de la que tanto hablabas?
¡¿Realmente la voz del pueblo ha resultado ser tan sabia como decía
Balautena?! ¡Muy pronto lo sabremos! ¡Cuando mi hija no sea más
que una vagabunda! ¡Cuando esté encerrada en el Nido! O cuando
haya...</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
«...muerto», terminó una voz en la cabeza de Kiran.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Pero él siguió sin responder.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Ten, Cuervo —continuó el alcalde al cabo de unos segundos—.
Aquí hay dinero suficiente como para que viajes adonde quieras
cómodamente y vivas bien durante algunos meses. Es la recompensa que
recibes por tu justicia, tan justa para ti y tu amigo el hechicero.
Vete, Kiran de Elias, y no vuelvas a Lodendar, jamás.<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: center;">
<b>FIN</b></div>
</div>
Antoniohttp://www.blogger.com/profile/13568669831476382043noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4644773294997295637.post-47651679180744219472013-01-14T08:28:00.000-08:002013-01-14T08:28:12.357-08:00La voz del pueblo - VII<br />
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<b>VII</b></div>
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Claudio ayudó a la niña a subir su petate al caballo.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Dónde está papá? —le preguntó Cleore a su madre.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Lo siento —le respondió—, ha preferido no venir. —Balautena
le recogió el pelo detrás de la oreja—. Cumplirás tu promesa;
vendrás a visitarnos, ¿verdad?</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¡Sí! —exclamó la niña—. ¡Es más, la próxima vez que me
veas seré una gran hechicera! ¡Te lo juro mamá!</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Bien Cleore, ve subiendo a la montura —le dijo Claudio—,
debemos partir de inmediato; ya me he detenido demasiado tiempo y los
Cuervos no se duermen en los laureles. Siento que no puedas
despedirte de tu padre, pero esa ha sido su decisión. —La niña
obedeció—. Kiran, he de admitir que desde el primer momento me
equivoqué contigo. Te tomé por un rufián, un mercenario a sueldo o
puede que incluso por algo peor. Gracias a ti hoy puedo presumir de
no ver a todos los Cuervos con malos ojos, algo que en mi posición
pocos pueden decir. Te ofrecería un apretón de manos, aunque creo
que eres una persona demasiado cautelosa como para tocar a alguien
que puede usar sus manos como arma. No te lo reprocharé de ser así.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Con gusto lo aceptaré, Claudio. —Kiran le apretó la mano—.
He de decir que nunca había visto a un secuestrador que cuidara así
de bien de sus rehenes; y habiendo sido yo en su día, un
secuestrador en cierto modo, no me esperaba algo así. Yo también te
juzgué equivocadamente.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Pero al final se ha hecho justicia, por extraño que resulte algo
así en estos días. —El hechicero se subió a la montura, junto a
la niña—. Gracias de nuevo, Cuervo. Espero que nuestro caminos
vuelvan a encontrarse. —Picó espuelas.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
La niña se despidió con la mano mientras la yegua galopaba sobre un
manto de hojas caídas. Balautena tuvo que apretar los labios para
mantenerse serena; sabía que, la próxima vez que viera a su hija,
esta ya no sería una niña.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
«O puede que nunca más vuelva a verla», dijo una voz en la cabeza
de Kiran. «Puede que esta sea la despedida definitiva entre una niña
pequeña y su madre, por tu culpa, Cuervo. Por tu culpa y tu continua
costumbre de jugar a ser dios con las vidas de los demás. Ya te pasó
una vez, ¿y si de nuevo no has hecho otra cosa que traer la
desgracia a tu alrededor?». La voz le dijo más cosas, pero el
Cuervo no quiso escuchar.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Bueno, Kiran —Balautena suspiró—. De una forma u otra ya ha
terminado todo, por fin.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿No estás enfadada?</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Contigo? Oh no, Kiran; tú eres el menos culpable de aquí,
joder, eres un santo, Kiran. Llegas aquí a nuestro pueblo,
contratado para hacer un trabajo, y acabas envuelto en toda esta
patética locura. Y en vez de encogerte de hombros y largarte, que es
lo que haría cualquier persona en sus cabales, coges y resuelves
todo nuestro embrollo. No, Kiran, tú no tienes culpa de nada; y
pobre del que piense que sí, porque no es más que un idiota.
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Me alegro de que pienses así. Después de que perdieras a tu
hija... —Kiran buscó las palabras adecuadas, pero no las
encontró—. Bueno, pensaba que te lo tomarías mal.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—A decir verdad, después de una semana creyendo que le habría
pasado cualquier cosa, me alegré mucho al verla sana y a salvo. Y he
de admitir que tiene tenía razón, y que sus palabras no carecían
de sentido. —Balautena soltó una risa extraña—. Joder, ya
hablo de ella en pasado; acaba de irse y parece que hubiera pasado
una eternidad. Dime, Kiran; si se diera el caso... ¿cómo es la vida
en la Torre del Hechicero?</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Mejor que en el Nido de Cuervos, donde yo pasé mi instrucción.
Si me preguntas si realmente es mejor que la vida en este pueblo...
yo no sabría qué responderte. Pero sé de hechiceros que, aun
careciendo de tal posibilidad, no abandonarían su torre ni por el
mayor de los palacios.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Me alegra saberlo. ¿Qué harás ahora, Kiran?</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El Cuervo miró por donde Claudio y Cleore se habían marchado.
Seguro que estaba equivocado, pero a Kiran le pareció que ahora
habían menos hojas en el camino que antes.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Iré a los establos a ensillar mi caballo, y me marcharé
enseguida. Hacia el norte la familia de los Valery y los Darry están
iniciando un conflicto, y quiero llegar a Antivas cuanto antes. Si se
diera el caso no querría que me pillara la guerra de camino.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Entonces no te detendré más —le respondió Balautena—. Buena
suerte, Kiran, y gracias en nombre de todo el pueblo. Y por cierto,
que no se te olvide pedirle tu dinero al alcalde, seguro que está en
los establos, haciendo como que hace algo de provecho.</div>
Antoniohttp://www.blogger.com/profile/13568669831476382043noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4644773294997295637.post-59325101205978209962012-12-26T03:44:00.001-08:002012-12-26T03:44:20.018-08:00La voz del pueblo - VI
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<b>VI</b></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Los
niños corrieron a los brazos de sus padres lanzando gritos,
enérgicos saludos, abrazos, besos; algunos lloraban de pura alegría.
Para sorpresa de los progenitores, los chicos no solo no habían sido
dañados, sino que además algunos habían ganado peso y color en la
piel; fruto de, para variar, una alimentación adecuada.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Sentado
frente a una mesa con un candil y un puñado de papeles estaba Kiran,
junto a Claudio, Balautena y Tonbery el alcalde. En una sillita se
encontraba una niña de cortos cabellos pelirrojos; miraba al suelo,
y no había dicho palabra alguna desde que llegaron.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Ahora
firme, don Tonbery —dijo Claudio—. Yo me he fiado de usted, ahora
no me obligue a arrepentirme porque señor alcalde, si trata de
volver a engañarme aquí va a pasar algo muy malo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Kiran
había escuchado al hechicero soltar multitud de amenazas desde que
lo había conocido. Aunque no lo veía capaz de hacer daño a los
niños, creía que, sin embargo, las amenazas hacia el alcalde sí
debían de ser tomadas en serio.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Sea
razonable —pidió Balautena. Le había pedido muchas cosas desde
que entraron en la cueva, pero el mago no parecía dispuesto a dar su
brazo a torcer—. Llevarse a la niña no le servirá de nada, peor
aún, tendrá una boca más que alimentar. Entre todos tenemos algún
buen dinero ahorrado, tenemos cabras, vacas... Por favor, don
Claudio. —Balautena había empezado a llamar ''don'' al hechicero
recientemente.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Doña
Balautena —Claudio se levantó de la silla—. Observe mi aspecto.
Cuando ve mi cara, mi ropa andrajosa, mi espesa barba... ¿Qué es lo
que ve?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Balautena
calló durante unos instantes.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Un
mago —dijo—, y... una buena persona, en el fondo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
El
hechicero soltó una aguda carcajada.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No
conseguirá nada adulándome, señora. Tan solo que la gente de por
aquí le empiece a perder el respeto, todos sabemos que puede hacer
más que eso. Vamos dígame, ¿qué ve?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Un
mendigo —dijo el alcalde, aunque nadie le había preguntado.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¡Muy
bien! —exclamó Claudio con una sonrisa—. El alcalde lo ha
adivinado. Eso es lo que ve la gente en mí, y lo mismo que usted,
doña Balautena, vio en mi cara la primera vez que pasé por el
pueblo. Pero en realidad soy mucho más que eso, soy un
superviviente; y lo soy porque no hago alardes de dinero, porque no
voy mostrando mis habilidades a las grandes masas. Soy un
superviviente, doña Balautena, porque nadie se fija en quien basa su
vida en el vagabundeo, de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo.
Porque los mendigos son invisibles para todo el mundo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No
sé adónde quieres llegar.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Usted,
doña Balautena, ¿podría querer a alguien invisible? ¿Pasaría su
vida vagabundeando, con quien sabe que nunca podrá regalarle una
casa preciosa como la que usted posee, o que nunca podrá entregarle
un anillo de pedida? ¿Pasaría su vida con alguien excluido por la
propia sociedad?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Balautena
no respondió.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Tal
como me imaginaba —siguió Claudio—. La gente como yo está
destinada a vivir sola. Todos los que aquí os encontráis os
sorprenderíais de la sabiduría que atesoro, porque en realidad no
soy un mendigo, recordad, soy un sabio, y tales son mis conocimientos
que a la propia naturaleza soy capaz de pedirle su ayuda —el mago
soplo hacia su mano y en la palma se le formaron unas diminutas gotas
de agua—, y ella me la concede. La magia es un pacto con la
naturaleza; ella te presta su energía y a cambio toma una poca de la
tuya. Si eres egoísta y tomas demasiado puedes llegar incluso a
morir. ¿Alguno de vosotros sabía esto?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Yo
—anunció Kiran, apoyado en la pared.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Y tu
destino no será muy distinto del mío. —Claudio volvió a
sentarse—. Lo que quiero decir, doña Balautena, es que no quiero
morir solo, nadie quiere hacerlo. No busco alguien a quien llamar
hijo, eso es algo imposible para la gente como yo. Quiero tener una
persona a la que transmitir mi sabiduría, mis conocimientos, a la
que enseñar todo lo bueno que he encontrado recorriendo el mundo y
quizás, quién sabe, algún día puede que hasta ganarme su amor.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No
te quito parte de razón, brujo. —Balautena hablaba muy rápido—.
Sé que es injusto que no puedas llevar una vida normal por parte de
esos malditos Cuervos; no te ofendas, Kiran. —El Cuervo se encogió
de hombros—. Y veo lógico lo que quieres, pero lo que vas a hacer
es inmoral, egoísta y solo traerá el mal a la niña. La vas a
separar de sus padres y a llevártela en contra de su voluntad, vas a
destrozarle la vida a una niña de apenas diez años.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Ah,
sí? ¿Y dígame, doña Balautena, cómo sabe usted eso? —Claudio
señaló a la niña pelirroja con la mano—. Incluso si tiene razón,
¿se ha parado acaso a preguntárselo?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
El
golpe fue certero. Ninguno de los dos, ni el padre ni la madre, se
habían parado a preguntarle su opinión a su propia hija, que al fin
y al cabo iba a ser la principal afectada en todo esto.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Cleore
—Tonbery se acercó a su hija de un salto—, tú nunca querrías
algo así, ¿verdad? Separarte de tus padres... ¿para qué? ¿Para
irte con este vagabundo?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
La niña
calló.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Cleore,
¿tú no...?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Sí,
vamos. —El mago se levantó de la mesa—. ¿Dile, chiquilla qué
es lo que quieres?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Papá...
—La niña finalmente habló—. Quiero irme con Claudio.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Durante
algunos segundos nadie dijo nada.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¡No
puede ser! —gritó Tonbery, que casi tiró la silla al suelo—.
¡Imposible! ¡La ha hechizado, el brujo la ha hechizado!</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Kiran
negó con la cabeza.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—La
niña habla por su propia voluntad, doy fe —dijo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¡Bah,
mentiras, mentiras y engaños todo! —gritó Tonbery—. ¿Qué
sabrás tú, si no eres más que un Cuervo incapaz de hacer su
trabajo? Que los dioses me fulminen si no estás conchabado con este
puto vagabundo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Contrólese,
alcalde —Kiran lo sentó de nuevo en la silla con un ligero
empujón—, no olvide con quién está hablando.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Cleore.
—Esta vez fue Balautena quien se acercó a la niña, la chiquilla
se toqueteaba los cabellos pelirrojos con nerviosismo—. ¿Por qué
quieres irte? ¿Por qué una niña querría separarse de su familia?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Don
Claudio dice que tengo talento, mamá —respondió la chica—, ¿te
lo imaginas? Yo, que he nacido en un pueblo de cabreros y matacerdos,
¿una hechicera? —Los ojos de Cleore se iluminaron—. Si me voy
con él llegaré lejos, podré hacer lo que pocos pueden hacer en el
mundo. Si me quedo... ¿Cuál será mi destino en el mejor de los
casos? ¿Ser maestra en un pueblo tan pequeño que ni siquiera da
para llenar un aula? Y además, mamá, no pretendo ser cruel, porque
sé que me quieres y que harías cualquier cosa por mí, pero lo que
tenemos aquí dista mucho de ser una familia.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Su
hija es muy madura para su edad, doña Balautena —dijo Claudio—.
Ella misma ha escuchado todo lo malo de su vida futura, pero también
ha sabido apreciar lo bueno que le traerá; porque esta vida también
tiene muchas cosas buenas, cosas inmejorables.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Madura?
—musitó el alcalde—. Y una mierda. Vamos, vete, vete con él,
pero hazme caso, haz caso a tu padre, ¡las tres torres será lo
único que veas cuando los Cuervos os atrapen! ¡La Torre del
Hechicero, el Nido de Cuervos y la Torre de la Dama! Espero que
disfrutes mucho del paisaje, ah sí, y de tu compañero de viaje.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Claudio
dice que podré venir a veros siempre que pasemos por el reino
—continuó Cleore—. ¡Dice que me llevará a ver el mundo entero!
¡Desde los bosques de cristal hasta los mares celestes! Yo siempre
he querido ver esas cosas, papá, pero nunca he salido de esta
diminuta aldea. Hablas de que corro el peligro de que me encierren,
pero de hecho, ya estoy en una prisión. Con Claudio tendré libertad
al fin, me lo ha prometido. Y si al final llegase el día en que me
atrapen, en mi nueva prisión podría dedicarme a enseñar mi magia a
gente que necesita aprender a controlarla, a muchas más personas de
las que hay en este diminuto pueblo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—La
gente promete muchas cosas —le contestó su padre—, pero rara vez
las cumplen.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Claudio
soltó una risa ronca.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Bueno
—dijo—, eso sí que es irónico, señor alcalde.</div>
Antoniohttp://www.blogger.com/profile/13568669831476382043noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4644773294997295637.post-30618203641197511072012-12-14T23:40:00.002-08:002012-12-14T23:40:48.079-08:00La voz del pueblo - V
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<b>V</b></div>
<div align="CENTER" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Pues
ya los has visto —dijo Claudio—. ¿Algún comentario?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
El
brujo y el Cuervo salieron de la cueva. La noche era espesa aún, y
las estrellas se reflejaban en los pequeños lagos de agua y lodo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Que
has sido sincero —respondió Kiran—. Esos niños probablemente
estén mejor cuidados que en sus propias casas. Pero no es excusa
para haberlos raptado.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Ya
hemos discutido sobre lo que es justo y lo que no hace un rato,
Kiran. Hemos dejado cada uno claras nuestras exigencias y no tiene
sentido seguir repitiéndose.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Solo
por curiosidad —Kiran tosió—. Ya sé donde están los niños,
los acabo de ver con mis propios ojos y ninguna de tus ilusiones
podría ocultarme el camino de regreso. Así que, ahora, ¿qué me
impide entrar ahí y llevármelos a sus respectivos hogares sin
hacerte el menor caso? Todo el mundo estaría de acuerdo en que sería
lo justo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Tienes
la mala costumbre de juzgar lo que es justo y lo que no. Quizás sea
lo justo para los niños, que han venido aquí sin tener culpa de
nada, los pobres, y yo mismo lo admito. ¿Pero donde estaría
entonces la justicia para el timador, y para el pobre hechicero que
ha sido engañado?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Y
qué más me dará a mí lo que sea justo o lo que no? Digo yo que no
soy más que un mercenario a sueldo. Lo más fácil sería hacer eso.
Lo más sencillo. Y puede que hasta lo más lucrativo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Porque
tú eres más que un mercenario a sueldo. Porque si quisieras hacer
eso ya me habrías matado hace un rato. —El mago se encogió de
hombros—. Mira, Cuervo; no sé adónde quieres llegar, ni a qué
viene que me saques este tema ahora. No sé si en verdad es que te
has replanteado que te estás tomando demasiadas molestias cuando
simplemente podrías recoger tu paga por el trabajo, ni que mierda te
ronda por la cabeza. Pero ten algo claro: si tú también pretendes
engañarme, puede que me mates, puede que cobres tu recompensa; pero
te doy mi palabra de que de esa cueva saldrán muchos menos niños de
los que entraron.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Vamos,
Claudio, deja de intentar imponer una falsa intimidación, tú mismo
sabes que lo que les has hecho no es justo. Mira en esa cueva, los
has cuidado y alimentado mejor que si estuvieran en sus propias
casas. No les harías ningún daño.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Pruébame
—respondió el brujo—. Estoy harto de esta justicia corrupta de
mierda.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No
habrá necesidad de probar nada. Solo estoy divagando, yo sí cumplo
mi palabra.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Claudio
sonrió.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Una
pregunta más —continuó Kiran—, ¿por qué en otra cueva? ¿Por
qué no los escondiste en la misma en la que estabas tú?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Porque,
Kiran, no podía...</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Kiran
no llegó a saber qué era lo que Claudio no podía hacer.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¡Matad
al brujo!</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Iluminaban
la ciénaga como un sol. Debían de ser al menos quince personas,
armadas con antorchas e instrumentos de agricultura que bien podrían
servir para cazar a un demonio. Kiran no se había percatado de su
presencia hasta que ya estaban demasiado cerca como para intentar
hacer algo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¡El
brujo, el brujo! ¡Matad al brujo! —volvieron a gritar.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Nos
han seguido —señaló Kiran, aunque no hubiera hecho falta que lo
hiciera.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Tienes
buena labia, Cuervo. Haber si los convences de que den media vuelta.
—Claudio convocó una bola de fuego en su mano, la miró durante
unos instantes y la hizo desaparecer—. Por su propio bien. No
pienso esperar a adivinar lo que tienen pensado labrar con esas
herramientas.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No.
—Kiran desenvainó su espada—. Voy a hacer algo mejor. Vamos a
terminar con esto esta misma noche, aquí y ahora.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
El
hombre con cara de envalentonado que lideraba la marcha sintió la
espada del Cuervo en la sien.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Ni
un paso más —ordenó Kiran—. Bajad las armas y calmaos;
entonces, si estáis dispuestos, hablaremos.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Nada
de eso, Cuervo —le respondió el hombre—. Todos sabíamos que de
la escoria como los de tu clase no podíamos fiarnos. No nos asustan
tus amenazas ni tus trucos de alquimia.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Eso
solo significa que he de esforzarme más —dijo Kiran.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Descendió
su espada hasta el cuello del hombre, y apretó hasta que un reguero
de sangre comenzó a descenderle hasta el jubón.
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
El tipo
cayó al suelo, se tocó la herida y gimió.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¡Me
has hecho sangre! —Quiso gritar, pero no se atrevió a hacerlo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Pues
ponte una tirita —le contestó Kiran.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¡Ya
basta, Cuervo!</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
El
alcalde salió de entre la multitud. Llevaba una antorcha en la mano
y una expresión en la cara que casi parecía denotar cierta
valentía. Casi.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Sabía
que los de tu clase no eran personas de fiar —continuó—, pero
desde luego no imaginaba que fueras a aliarte con un ladrón de
niños. ¡Puede que incluso un asesino! Hice bien al no confiar en ti
del todo; en darte un tiempo de prueba. Finalmente mis dudas han
quedado confirmadas.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Calla
de una vez, escoria. El Cuervo es la persona más decente de cuantos
hay aquí. —Claudio escupió—. Haces bien tu papel delante del
pueblo, de pobre alcalde estúpido e impotente carente de culpa.
Basura. ¡Que sepáis todos los aquí presentes, que si habéis
perdido a vuestros hijos es porque vuestro alcalde tiene la lengua
demasiado larga prometiendo pagos que no puede realizar!</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
El
alcalde soltó una carcajada mientras negaba con la cabeza. Claudio
lo agarró por el cuello del jubón.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Viejo
—dijo el mago—, cumple con tu deuda o te juro que...</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Te
he dicho que nada de violencia —le susurró Kiran.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
El
alcalde se separó de Claudio, después se sacudió el jubón.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Veis,
mis buenos señores, los actos de estas personas quienes deciden
echarme a mí, un hombre decente, la culpa de sus viles maldades?
Secuestran, inventan, mienten, y en última instancia, amenazan
—gritó—. ¿A quiénes creeréis, a estos rufianes? ¿O al que ha
sido vuestro propio alcalde desde hace décadas?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Yo
no estoy exento de culpa, en parte —vociferó Claudio—, pero si
vuestro alcalde hubiera cumplido su palabra, ya habríais visto todos
a vuestros hijos.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
El
alcalde rió.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No
tienes pruebas —dijo—. No eres nadie, solo un mago vagabundo a
quien nadie en su sano creería. Así que, pueblo de Lodendar, ¿cuál
es el veredicto?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Claudio
se inclinó hacia Kiran.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Empiezo
a verme tentando de hacer que le explote la cabeza, Kiran —susurró
el brujo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Y
qué hay de mí? —Con la discusión nadie se había fijado en que
Balautena se había incorporado a la multitud—. ¿Mi palabra es de
confianza?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Un
hombre desconocido dio un paso al frente.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Doña
Balautena —dijo—, usted es una mujer de bien, nunca la he visto
actuar en contra del bienestar del pueblo y ha cuidado de nuestros
hijos e hijas en su escuela tan bien como a su propia cría. —El
tipo miró a su alrededor—. Usted es la maestra del pueblo, una
persona buena y sabia, y creo que hablo en nombre de todos al decir
que su palabra me importa por encima de la de cualquier otro.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Gracias,
Haythen. No me iré por las ramas, pues —dijo la mujer—. El
alcalde os engañó, a todos. —La multitud cuchicheó, pero
Balautena siguió hablando—. No solo a vosotros, a mí también.
Era consciente de que conocía dónde se escondía este brujo, pero
los motivos por los que me dijo no ir en su busca son un engaño. De
no ser por el Cuervo, lo más probable es que nunca nos hubiésemos
enterado y solo los dioses saben lo que hubiera sido de nuestros
niños.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—De
no ser por el Cuervo —dijo Claudio—, estaríais todos muertos, y
vuestros hijos serían huérfanos. ¡Pensároslo mejor la próxima
vez que decidáis enfrentaros a un hechicero de esta forma!</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¡Cállate
ya, Balautena! —gritó el alcalde—. ¡Mierda, lo has estropeado
todo!</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No
me voy a callar, Tonbery, hace mucho que dejé de cumplir tus deseos,
¿recuerdas? Ahora dale al mago la suma que quiera que le
prometieras. Puede que no estemos suficientes personas para matar a
un mago, pero nos bastamos para darte media vuelta y sacudirte hasta
que caiga la última moneda de tus bolsillos. Después te meteremos
en un saco y te tiraremos a un cenagal, como hicimos con ese
peregrino de Tenebrae que intentó vendernos biblias.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¡Déjate
de tonterías, mierda Balautena! —gritó el alcalde, Tonbery—,
¡tú no sabes nada, joder!</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Lo
que el bueno del alcalde me prometió —dijo el mago— no fue
ninguna suma mastodóntica de dinero, no. El alcalde me debe a su
hija, como pago por mi excepcional trabajo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
El
alcalde fue a decir algo, pero nunca se supo qué. El ruido que hizo
su cara cuando Balautena lo abofeteó le recordó a Kiran a los
petardos que se lanzaban en muchas festividades.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Pero
cómo puedes ser tan hijo de puta? —dijo Balautena. Kiran no estaba
seguro de si las palabras de la mujer tenían más de pregunta o de
insulto.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No,
mierda Balautena, ¡tú no lo entiendes!</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Balautena
lo abofeteó de nuevo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No
te atrevas a insinuar que hay algo que tú entiendes mejor que yo, o
mejor que cualquier otra persona de los aquí presentes; porque eres
la persona más estúpida que en mi vida he conocido, y la más
cobarde. Dame una explicación ahora mismo, porque si después de
tanto tiempo descubro que tu corazón está hueco te prometo que te
lo arrancaré del pecho con mis propias manos.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Kiran
había escuchado a menudo un dicho que decía que una madre es capaz
de todo: de morir y matar por sus hijos. El dicho, al parecer, era
cierto o muy cercano a la realidad.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No
es exactamente así, Balautena. ¡Joder, ese mago me engañó! —gritó
el alcalde—. Yo le dije que si espantaba a los monstruos le daría
lo que quisiera, cualquier cosa; ¡pero ni siquiera esperaba que
realmente fuera a hacerlo, solo parecía un vagabundo, un pintamonas
de tantos! Pero luego llegó, y resultó que no, que no era un
idiota, y que quería su pago, ¡a mi hija! ¿Y cómo infiernos iba a
darle yo a mi hija? ¡A mi hija!</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Las
palabras del alcalde son sinceras —dijo Claudio—, pero no le
eximen de cumplir su parte del trato. Si aún así no quisieras
cumplir con tu honor, podría llevarme a la niña por mi cuenta, al
fin y al cabo ya la he raptado —se encogió de hombros—. Pero ya
es bastante molestia huir de los Cuervos como para también tener que
huir de los guardias reales. Quiero que firmes un papel donde tú, su
padre, me entregues oficial y legalmente a tu hija. Y lo harás, o
toda esta gente no volverá a ver a sus hijos. Como responsable te
degollarán vivo y, al fin y al cabo, también me llevaré a tu hija,
solo que con algunas molestias extra.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Así
que no eres un hijo de puta, Tonbery —corrigió Balautena—, sino
simplemente un gilipollas. Eso te vuelve algo menos malo, pero no
menos culpable. Debías haber prestado atención, debías haber
escuchado a la voz del pueblo, ahora arrepiéntete, poco más puedes
hacer.</div>
Antoniohttp://www.blogger.com/profile/13568669831476382043noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4644773294997295637.post-71345678071960644052012-12-02T12:14:00.001-08:002012-12-02T12:14:55.302-08:00La voz del pueblo - IV
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<b>IV</b></div>
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
El Cuervo extendió una piel de oso sobre la hierba. Se puso de
rodillas y abrió con cuidado un cofrecito revestido de tela que
había sacado de las alforjas. De su interior extrajo un pequeño
frasco relleno de una sustancia roja. Lo colocó en la olla sobre la
hoguera.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Volvió a sacar algo del cofre; un mortero y un mazo. Echó algunos
polvos de cicuta, midiendo la cantidad de estos al extremo, ya que un
pequeño exceso podría provocar un efecto inesperado en la reacción.
Después añadió un par de hojas de bellaflor, cinco tallos de
siempreviva y un montón de plantas y hierbas tan poco conocidas que
ni siquiera tenían nombre. Lo machacó todo con la fuerza con la que
un chupacabras chupa a sus cabras, y lo introdujo en un frasco
mezclado con un extraño líquido azul.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Esta vez lanzó la poción directamente al fuego, entre centelleos
deslumbrantes del cristal.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Quitó la olla del fuego y la volcó con cuidado. Recogió el
frasquito de cristal de encima de la piel, sin miedo, sabía que no
se iba a quemar. El líquido de su interior había adoptado un color
dorado, con algunas hebras rojizas que iban y venían.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Sacó otro frasco más de las alforjas de la yegua. Desenvainó su
espada tras descorchar la poción, y vertió el espeso líquido de su
interior sobre la hoja. Después, lo extendió por todo el acero con
una piedra pómez.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Vació una cubeta de agua sobre la hoguera y recogió la poción
azulada negruzca que había quedado sobre las ascuas. Tampoco se
quemó en esta ocasión.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Se colgó las dos pociones en el cinturón al pecho y dejó las
alforjas sobre la piel, deseando que nadie se cruzara con ellas.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
«Solo dos pociones, hechicero. Dos más de las que quiero usar»
—pensó.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Se introdujo en la cueva donde le había dirigido el rastro de pan.
Era un lugar lúgubre, se oían numerosas gotas de agua caer sobre
las rocas y estaba oscuro, muy oscuro. Podría haber tomado una
poción para ver en la oscuridad. No era difícil, sabía hacerlo, lo
había hecho muchas veces; pero ya había perdido demasiado tiempo
preparándose.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Aún así, sus ojos estaban mejorados respecto a los de un humano
normal, y las pupilas no tardaron demasiado en adaptarse a la
penumbra.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Caminó por un largo corredor, después comenzó a escuchar una
melodía. Una flauta.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Siguió la música y llegó a una gran sala. A diferencia del resto
de la cueva, esta parte estaba iluminada con montones de antorchas y
velas. Algunas estaban colgadas de forma normal en la pared, pero
otras flotaban en el aire, como si se encontraran sobre un candelabro
invisible. No solo estaba iluminada; esta zona había sido decorada
con baldosines elegantes y cuadros de bodegones.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Y entonces vio al mago, tocando la flauta dulce tumbado sobre una
roca enorme. Le miró. Realmente era como lo habían descrito: vestía
unas ropas andrajosas, sucias y rotas; tenía el pelo sucio y
enmarañado y su cara estaba cubierta por una espesa y oscura barba
sin un atisbo de cuidado.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¡Por fin! —exclamó el hechicero—. Justo cuando empezaba a
barajar el suicidio como posible forma de diversión los pueblerinos
deciden enviar a alguien a negociar. —Señaló a la espada de
Kiran—. Espero que eso no sea por si decido negarme a tus ofertas.
—El mago formó una bola de fuego en su mano, la miró durante
algunos segundos y la apagó—. Porque, como verás, yo también
tengo mis trucos.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No desenvainaré la espada. Tienes mi palabra —respondió Kiran.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Pues en ese caso, acércate, y di lo que tengas que decir.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Kiran caminó hasta la roca. El mago lo miró a los ojos; a sus ojos
rojos.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¡Traidores hijos de puta! ¡Un Cuervo han traído a por mí, ja!
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
El hechicero tocó una melodía diabólica con su flauta. Kiran
sintió un hormigueo en su cabeza; pero nada más.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Has terminado? —preguntó—. Las ilusiones te valdrán de
bien poco contra mí.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
El mago no respondió. Agitó los brazos de forma rítmica y una
lengua de fuego recorrió toda la cueva. A Kiran le habían enseñado
que la velocidad era primordial al enfrentarse contra un brujo; el
combate debía de terminar rápido, por el bien del Cuervo.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Kiran se revolvió, agarró la poción azul negruzca de su cinturón
y la lanzó al suelo. Se acurrucó y se vio envuelto por una cúpula
mágica. El fuego le rodeo como si él mismo hubiera dejado de
existir, después se levantó y antes de que al mago le diera tiempo
de contraatacar, agitó la poción dorada y la lanzó contra el
techo, justo encima del hechicero.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
La explosión fue inmensa para tratarse de un frasquito tan pequeño.
El brujo impidió que los escombros le cayeran encima usando una
magia, y Kiran aprovechó la oportunidad.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Corrió hacia él, le puso el brazo en el cuello y lo estampó contra
una pared adornada; con la otra mano sujetaba un puñal tan cerca de
su ojo que casi se lo rozaba.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Y ahora —dijo Kiran— si ya te has divertido, podemos hablar.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿No quieres matarme? —El hechicero sudaba a chorros.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Si hubiera querido, esa poción dorada no habría explotado en el
techo. —Kiran soltó al mago; este casi se cae al suelo.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Un Cuervo que deja escapar a un mago. —El hechicero soltó una
risa ronca, masajeándose el cuello—. Vaya mundo de locos.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Primero dime qué has hecho con los niños y después veremos si
te dejo ir.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Sí, claro. Por supuesto. Al fin y al cabo, hasta ahora has
cumplido tu palabra —sonrió forzadamente—. No has desenvainado
tu arma. Soy un hombre muy formal, Cuervo, aunque lleve sin afeitarme
desde que el archiduque Roke era cabo. Me gustaría saber tu nombre.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Kiran, de Elias.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
El mago soltó una carcajada.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Me enfrento por fin a un Cuervo, y resulta que además se trata
nada menos que de uno famoso —rió—. No hubiera sido mala forma
de morir, quizá los juglares hubieran contado historias sobre esta
noche. Yo soy Claudio del mar Sereno.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No sé como se iba a extender tal historia. Aquí no hay ningún
bardo y poca gente ha tenido el privilegio de verme en una taberna
tan borracho como para ponerme a contar historias —le respondió
Kiran—. Y ahora, los niños. Dime qué has hecho con ellos.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Claudio hizo un ademán con la cabeza.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Los niños están bien. Vivitos y coleando, puede que hasta
demasiado. Me he encargado de darles de comer y todo. Pero no
volveréis a verlos hasta que el alcalde pague su deuda, y espero que
no pienses en hacerme nada, porque entonces, me apena lo que pueda
pasarle a esos pobres chicos cuando nadie pueda encontrarlos.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Los chiquillos no tienen la culpa, Claudio —añadió Kiran—,
déjalos ir.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Me encanta la capacidad de raciocinio que tenéis las personas
para vuestro interés propio, ¡es francamente sorprendente!
—vociferó el hechicero—. ¡Los niños no tienen culpa de que sus
padres prometan un pago que no pueden realizar! ¡Los padres no
tienen culpa de que haya monstruos en su pueblo! ¡Y los putos
monstruos no tienen la culpa de que su naturaleza les pida matar a
gente! ¿Y qué pasa conmigo, Kiran? ¿Sabes acaso lo cansado que es
pasarte toda la noche tocando esta puta flauta, sin dormir, y echando
a todos los monstruos a tomar por culo? ¿Sabes que, de camino, me
pidieron también expulsar a las cucarachas y hasta a las ratas como
si fuera su puta chacha? ¿O acaso tampoco sabes de los peligros de
la magia, y que por el simple hecho de espantar a esas bestias yo
podría haber muerto?</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Conozco los peligros de la magia —le respondió Kiran—.
También sé que a un hechicero profesional rara vez le ocurre nada
malo por lanzar hechizos, siempre y cuando no abuse de ellos sin
recuperarse físicamente.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Rara vez ocurren las cosas —dijo Claudio—, hasta que ocurren.
La realidad es que el riesgo existe, que el castigo físico de los
hechizos está ahí y que a cambio de ello se me prometió una
recompensa. ¿Acaso el zapatero arregla tus zapatos sin cobrar nada a
cambio? ¿Acaso el herrero forja las armas gratis?</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No. Pero también hay que ser consecuente. Cuando la gente muere,
muchos prometen lo que sea por una solución, como hizo nuestro
alcalde; aunque al final acaben sin poder pagar ese «lo que sea»
una vez todo ha terminado.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿¡Pero en qué quedamos los seres humanos si no podemos creer en
nuestro prójimo, Kiran!? —gritó Claudio, caminando por la sala—.
¿¡En qué nos diferenciamos de los animales si las palabras se las
lleva el viento!? Hoy reclamo lo que es mío por derecho, y juro por
los dioses que el destino me acabará dando la razón a mí.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Déjate de filosofar, brujo —respondió Kiran—. Comprendo lo
que quieres decir, y en gran parte de doy la razón. Pero los niños
no tienen culpa de nada; no deberían de ser usados como moneda de
cambio.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Estoy de acuerdo, y preferiría no tener que haberlo hecho. Pero
como comprenderás, sentándome a esperar no conseguiría nada. Nadie
consigue nada sin un acto de amenaza.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Al final eres tú el que se va por las ramas —añadió Kiran—.
Dime cuál es el trato para dejar ir a los niños.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¡Yo solo quiero lo que me pertenece, Cuervo! —volvió a
vociferar Claudio.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Ya, ya —Kiran estaba cansado—. Pero dime de cuánto dinero
estamos hablando.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Dinero? —El brujo soltó una carcajada—. ¿Aún no te
enteras de nada, verdad? No, no tiene nada que ver con el dinero. El
pago que el alcalde me prometió fue algo muy distinto: su hija.</div>
Antoniohttp://www.blogger.com/profile/13568669831476382043noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4644773294997295637.post-56326563174121949612012-11-25T14:50:00.001-08:002012-11-25T14:50:48.737-08:00La voz del pueblo - III
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<b>III</b></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
La casa
estaba vacía, silenciosa. Así eran los hogares de las mujeres que
vivían solas, sin marido ni hijos. Lugares tristes, oscuros e
inmutables, donde la tristeza y la nostalgia de momentos mejores se
respiraban en cada rincón, en cada alfombra, en cada tapiz.
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Pero no
debería de ser así en este lugar.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Kiran
tomaba la sopa despacio, con sonoros sorbidos. El ambiente no era el
que él había esperado; de saber que se iba a encontrar con un lugar
como ese hubiera hablado lo que fuera necesario con Balautena en las
calles del pueblo. A él no le gustaba esto, le ponía nervioso, no
sabía que hacer en este tipo de situaciones.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
En las
paredes habían colgadas cabezas de animales disecadas. Un oso, un
alce, un lobo y un dientes de sable del norte con un pelaje blanco
como la nieve. El antiguo marido de Balautena debía de haber sido
dado a la taxidermia. A Kiran le parecía que hasta las caras de los
animales muertos estaban tristes.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Quieres
repetir? —le preguntó Balautena.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No.
—Kiran apiló su plato sobre el de la mujer, sacó una pipa de su
bolsillo y la encendió. El humo que desprendía olía a menta y a
hierba húmeda—. Gracias por la comida y el hospedaje para la
noche, por cierto. Pero creo que me habías pedido venir aquí por
una razón relacionada con ciertos niños desaparecidos.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Los
niños; ah Cuervo, los niños. Alguien que nunca haya tenido uno
jamás podrá saber ni por asomo lo que se siente al despertarse y
descubrir que te han arrebatado a tu hijo de las manos. ¿Alguna vez
has sido padre, Cuervo?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No
que yo sepa. —Kiran exhaló humo—. Aunque después de tantos
años, ¿quién podría estar seguro?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Balautena
se encogió de hombros.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Las
mujeres acabamos dándonos cuenta tarde o temprano —dijo—. En una
ocasión conocí a una mujer que no se enteró de su embarazo hasta
el día en que dio a luz. ¿Cómo puede ser eso posible, Cuervo?
¿Magia?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—He
conocido a hechiceros capaces de hacer desaparecer un feto de más de
cuatro meses, a otros capaces de cambiar el sexo del niño antes de
nacer, y a otros, especialmente listos, capaces de hacer quedarse
embarazada a una mujer por un método en el que dudo que la magia
intervenga en absoluto. Pero nunca he sabido de ningún tipo de
hechizo capaz de crear la vida. A veces la explicación más sencilla
es la correcta.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Y
cuál es esa explicación tan sencilla?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Pues
—Kiran expulsó el humo de la pipa por la nariz— que muchas
veces, a las chicas gordas les cuesta notar la diferencia entre estar
y no estar embarazadas. Hay embarazos en los que las náuseas son
mínimas, y en casos como el que explico, la barriga no crece mucho
más de lo normal, menos aún si el niño resulta ser de baja
estatura. ¿Me equivoco? ¿O acaso esa chica no sufría de sobrepeso?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Pues
estás en lo correcto. Era la hija de un burgués bastante suelto de
dinero y siempre le recomendé que comiera menos y caminara más, o
nunca encontraría marido. —Balautena rió—. Pero al final me
equivoqué; encontró marido, y además no le costó demasiado.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Kiran
no respondió.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Pero
bueno —siguió la mujer—, no me iré más por las ramas. Supongo
que ya habrás hablado con el alcalde, y que te habrá pedido que
busques a los niños por toda la ciénaga. No hace falta que me
respondas, sé que lo ha hecho. Pero lo que el alcalde quiere no es
más que retrasarte. Retrasarte a ti, y retrasar el día en que todos
volvamos a ver a nuestros hijos, si es que ese día existe.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Kiran
se chupó dos dedos y apagó la pipa con ellos. Volcó la ceniza
junto con algunas hojitas chamuscadas en la mesa.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Me
estás diciendo que el alcalde me ha mentido? —preguntó.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No
te ha mentido —respondió Balautena—, pero tampoco te ha dicho
toda la verdad.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Las
verdades a medias no se diferencian mucho de las mentiras, doña
Balautena.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Y en
este caso menos todavía. Abre bien los oídos, Cuervo, y escucha;
porque la voz del pueblo por fin va a hablar, y va a contarlo todo de
una vez. Aún queda mucho tiempo hasta que amanezca, y pienso
aprovecharlo al máximo —se inclinó sobre la mesa—. El alcalde
nos advirtió de que no debíamos decírselo a nadie. De que si lo
hacíamos, puede que jamás volviéramos a ver a nuestros hijos.
—Balautena frunció el ceño—. Pero cada vez estoy más segura de
que si no hago nada, de que si nadie hace nada, jamás volveré a ver
a mi hija. Además, ya ha pasado una semana. Quien sabe si todavía
quedan niños a los que encontrar.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
El
Cuervo no dijo nada.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Todo
comenzó hace no mucho —siguió—. Harán dos semanas o así. La
ciénaga estaba infestada de monstruos como nunca antes lo había
estado. No solo abejones, había de todo: susurradores, ninfas del
pantano, insectos comehombres, lodamentos, chasqueadores... De todo
lo horrible que te puedas imaginar que haya en una ciénaga, lo había
aquí y multiplicado por diez. Murió alguna gente, y el resto
estábamos asustados. Ni te imaginas el miedo que se siente cuando en
mitad de la noche, empiezas a escuchar a los susurradores por todas
partes alrededor de tu casa; o cuando oyes ese ruido infernal que
hacen los chasqueadores. Los monstruos nunca se habían atrevido a
entrar en el pueblo... pero no sabíamos qué día o qué noche eso
dejaría de ser así.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
»La
gente estaba realmente asustada, Cuervo. No sabíamos ya que hacer.
Incluso pensamos en mudar todo el pueblo, en irnos todos de aquí, a
kilómetros de distancia de cualquier tipo cenagal e instalarnos allí
de nuevo. Pero esto es Lodendar. Nuestros abuelos, nuestros
bisabuelos vivieron aquí; habría sido una tremenda desgracia tener
que marcharse. Y entonces, como caído del cielo, nos llega un
hechicero. O eso decía él, ya que por las pintas que tenía casi le
pegamos una paliza y lo echamos del pueblo metido en una bolsa, que
es lo que solemos hacer con los mercaderes de judías mágicas, los
vendedores de biblias y demás pintamonas.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Y
bien merecido que lo tienen.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Sin
duda —continuó Balautena—. Pero resultó que no; que este sí
que era un mago de verdad. El alcalde lo contrató y le prometió
que, aunque este era un pueblo humilde, le daría todo lo que pudiera
darle si conseguía deshacerse de los monstruos. El hechicero sonrió
con esos dientes podridos que tenía, y aceptó. Se pasó toda la
noche tocando una canción infernal con una flautilla. Creíamos que
el mago ese se estaba riendo de nosotros, pero a la mañana
siguiente, ya no había monstruos en la ciénaga. Ni uno solo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Eso
sí que me lo contó el alcalde —dijo Kiran.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Pero
seguro que se saltó las partes que le pareció convenientes. Aún
así, si no te mandó fuera del pueblo nada más llegar y decidió
contarte algo sobre el tema, por poco que fuera, es porque pensará
usarte como última opción contra el hechicero, si no encontrara
otra solución por su cuenta.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Creo
que ya sé por donde van los tiros con lo del mago. —Kiran se frotó
el dedo índice con el pulgar—. ¿El alcalde se negó a pagar?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Balautena
suspiró.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No
sé cuál sería la suma que el hechicero le pidió —dijo—, pero
el alcalde aseguró que jamás en toda su vida podría pagarla. Es
todo culpa suya, es un estúpido. Cuando haces un trato con alguien
tan poderoso como un hechicero tienes que estar seguro de que podrás
cumplir tu parte.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Entonces
—dijo Kiran— como no pagasteis, el mago se llevó a vuestros
hijos?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Tal
que así. Nos dejó una nota; ponía: «Cuando estéis dispuestos a
pagar, seguid el pan». Supongo que ya habrás visto el rastro de
migas de pan que recorre el pueblo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Sí,
aunque preferí no ir adonde quiera que llevase. Últimamente a
muchos idiotas les ha dado por guiar a la gente a emboscadas mediante
rastros de pan. ¿Por qué no quería el alcalde que encontrara al
hechicero?</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Porque
tiene miedo, Cuervo —respondió Balautena—. Dice que si vamos
allí sin el pago, matará a los niños. Quiere ganar tiempo. ¿Pero
para qué quiere tiempo, si no va a hacer nada? Y ahora nos llega por
gracia de los dioses un cazador de magos. Sea como sea, eres nuestra
ocasión para recuperar a nuestros hijos. La única.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Y
los niños siguen vivos? —preguntó Kiran.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Balautena
se encogió de hombros.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Todos
queremos creer que sí —dijo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Suficiente.
—Kiran se incorporó de un salto.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Adónde
vas, Cuervo?
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—No
voy a esperar al amanecer, doña Balautena. He decidido que si esos
niños han podido aguantar una semana sin sus familias, yo también
podré aguantar a un puñado de cocodrilos en la oscuridad.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
Kiran
caminó hacia un extremo de la sala. Las bisagras de la puerta
chirriaron al abrirse.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Cuervo,
una cosa más —le dijo Balautena—. Te pido por favor que no seas
duro con el alcalde, aunque yo misma lo haya sido. Es un cobarde, sí,
es un estúpido también; pero es buena persona y quiere a su hija
como nadie más lo hace en el mundo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—¿Y
por qué debería nadie querer a una niña más que su propio padre?
—preguntó el Cuervo.</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="font-weight: normal; margin-bottom: 0cm;">
—Porque
su hija es también la mía —respondió la mujer.</div>
Antoniohttp://www.blogger.com/profile/13568669831476382043noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4644773294997295637.post-6477607634424986282012-11-18T06:40:00.001-08:002012-11-18T06:40:17.735-08:00La voz del pueblo - II<br />
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<b>II</b></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Un
montón de huesos. Olía a cieno, a estiércol, a un montón de
olores nauseabundos. Y a muerte.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Kiran
había perdido cualquier tipo de escrúpulo hacía tiempo. Metió la
mano en la pira y observó con detenimiento varios cráneos
diminutos. La montaña de miembros descompuestos centelleaba dorada
bajo la luz del crepúsculo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
El
cuervo se mostraba cada vez más atento en su tarea, más preocupado
a cada segundo. Miraba la siniestra esfera blanquecina y le daba
vueltas, nervioso. Observó un húmero, un costillar, unas falanges
de extrañas formas.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Y
entonces vio un cuerno partido, y su preocupación desapareció por
completo.
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Cabras.
Al final solo eran cabras. Aquí debía de ser a donde los campesinos
traían al ganado muerto. Un sitio lo bastante alejado del pueblo
como para no molestar a nadie con su olor y su podredumbre.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Kiran
tenía las ropas manchadas de fango hasta casi el cuello. Había
tenido que adentrarse mucho en la ciénaga, y aún no había
encontrado ningún rastro de los chiquillos desaparecidos. ¿Pero
cómo era posible que hubieran desaparecido tantos niños y no
hubieran dejado ningún tipo de rastro tras de sí?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Se
agachó, frotó entre sus dedos un extraño polen blanquecino, y
descendió de nuevo hasta el lodazal. El barro volvía al Cuervo
torpe y lento, y retrasaba aún más la exploración del interminable
cenagal. Debía de darse prisa; pronto se haría totalmente de noche
y para entonces debía de haber regresado al pueblo. En la oscuridad,
los cocodrilos eran unos animales a los que se les debía de tener
mucho respeto. El hechicero del que Dodrain le había hablado echó a
los monstruos, pero debió olvidarse de los animales peligrosos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Cuando
regresara al pueblo, tendría que dar la mala noticia. Ocho días y
ocho noches. Mucho tiempo. Demasiado.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Escaló
por unas hiedras; el suelo estaba cubierto de musgo. Pasó por un
estrecho camino entre dos árboles, vadeó un pequeño humedal y
cruzó otro lodazal por encima de un tronco estratégicamente
derrumbado.
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Escaló
el tronco de un árbol, trepó por las ramas, se balanceó de una a
otra y subió a la copa. Pudo divisar el pueblo, no muy lejos al
noreste. Anochecía.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Se
resbaló sobre la humedad de unas hojas al descender. Cayó de bruces
sobre el suelo y pudo ver algo frente a sus ojos, sobre la hierba,
era blanco y diminuto. Debía de ser algún tipo de polen, y al
parecer dejaba un rastro a lo lejos.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Se
incorporó, cruzó entre dos pequeñas cabañas y llegó finalmente
al pueblo. No le gustaba lo que tocaba ahora. «Las malas noticias no
son buenas.»</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Kiran
observó un fino grano de color blanco sobre la hierba. Lo mismo de
antes. Se agachó.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Esto
es... ¿pan?</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Cuervo.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
Kiran
se volvió. Frente a él se encontraba una mujer morena, algo entrada
en años y metida en un vestido azul muy largo. La recordaba; era
aquella mujer valiente de la reunión, aquella más valiente que el
alcalde. Decía llamarse Balautena.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Señora
—respondió.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Por
tu cara supongo que no has encontrado nada en ese cenagal asqueroso
—dijo la mujer.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Estás
en lo correcto. No te preocupes, mañana a primera hora reemprenderé
la búsqueda. Hoy el sol estaba demasiado alto cuando comencé. No
pierdas la esperanza.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—La
esperanza es el consuelo de los inútiles —respondió Balautena—.
Esta ciénaga es demasiado grande y demasiado difícil de transitar
como para ir dando palos de ciego. Si por el alcalde se tratara, a
nuestros hijos les podíamos ir dando entierro, porque en la puta
vida los íbamos a hallar.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Y
deduzco por tus palabras —dijo Kiran— que tú tienes algo que
contarme que podría ayudarme en todo esto.</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—Sí.
Conmigo, Cuervo; hablaremos en mi hogar más tranquilamente. Ya ha
sido suficiente, ya es hora de que la voz del pueblo sea escuchada. </div>
Antoniohttp://www.blogger.com/profile/13568669831476382043noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4644773294997295637.post-86183585917990913542012-11-16T18:26:00.003-08:002012-11-16T18:26:18.588-08:00La voz del pueblo - IAquí comienzan los que serán una serie de relatos cortos hasta que retome la novela en sí. Espero que os gusten tanto o más que lo que he colgado anteriormente.<br />
<br />
<br />
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<b>La voz del
pueblo</b></div>
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<b>I</b></div>
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Kiran estaba cansado. Caminaba con lentitud, tirando desde el suelo
de las riendas de su yegua. El animal tenía las alforjas cargadas
hasta los topes de provisiones, pieles de animales de colores
extraños y unos frasquitos de contenido desconocido. A un lado
colgaba, botando a cada paso de la potra, una espada de un diseño
refinado, bello. El pomo era de plata y había sido tallado en forma
de cabeza de cuervo; los ojos del ave eran diamantes del tamaño de
un hueso de aceituna. La vaina, en cambio, era bastante simple, hecha
de cuero y con un par de correas para atarla a la espalda.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Por el camino habían vuelto a llamarle Cuervo. Fueron unos
vagabundos que viajaban a Chenna y que necesitaban su ayuda para
curar a un caballo enfermo. A Kiran ya no le importaba, se había
acostumbrado a que la gente lo llamara Cuervo, y ya lo aceptaba.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El pueblo se encontraba en mitad de la ciénaga. Kiran se preguntaba
de quién habría sido la ''sensacional'' idea de construir un
asentamiento en un lugar como ese, alejado de la mano de los dioses y
sin un ápice de civilización en kilómetros a la redonda.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
La yegua tiraba de un carro de madera; las ruedas chirriaban
ligeramente al girar. Estaba tapado con una tela y lo que quiera que
hubiera dentro desprendía un hedor nauseabundo. Las moscas
revoloteaban como locas.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Pasó junto a la que debía de ser la plaza mayor del pueblo.
Desierto. Todo desierto. Era extraño, ya había pasado el mediodía
y en el pueblo no había ni un alma. Junto a las fuentes de los
poblados siempre solía haber niños jugando; en especial a un juego
al que solían llamar «cazar al trol». Pero aquí, ni siquiera eso.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Siguió tirando de las riendas, caminando, tanteando con la mirada
los pequeños edificios de barro, ramas y paja. Y entonces vio a la
primera persona, y a la segunda, y a la tercera.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Unos vociferaban, otros cuchicheaban nerviosos; pero no era por el
Cuervo. Formaban una enorme cola, una multitud que sobresalía de una
de las casas. Kiran ató a la yegua junto a un bebedero de agua, y
tras la mirada de algunos de los miembros de la multitud hacia su
espada, se ató el arma a la espalda.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Se abrió paso entre el gentío. La estancia era redonda, y la gente
estaba posicionada alrededor de un hombre de cabellos canosos en lo
que parecía ser algún tipo de reunión o asamblea.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Mis buenas gentes, por favor —pidió el peliblanco, haciendo
gestos de calma con las manos—, sed razonables. Tiene que haber una
solución lógica para todo.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¡Solución lógica, tus muertos! —vociferó un hombre entre la
multitud— ¡Se llevaron a nuestros niños hijo de puta!</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Una mujer gritó, otra lloraba.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¡Sí. Nuestros hijos, nuestros hijos! —gritaron algunos.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El tipo del pelo canoso suspiró.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Por favor —repitió—, todos estamos destrozados, y os
recuerdo, mi buena gente, que aunque el alcalde vuestro soy también
soy persona, y como tal, padezco igual que vosotros. Yo también
quiero volver a ver a mi hija. ¿Qué? ¿Acaso creéis que no? Pero
lanzarse a la ciénaga sin más no nos llevará a nada. Si acabamos
muertos, nuestros hijos no se salvarán. Nunca. Así que, os repito,
hacedme caso. Debemos ser pacientes, cautelosos. Debemos esperar a...</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¡Esperar! —gritó una mujer—. ¡Y una mierda esperar! ¡Ha
pasado ya una semana, hijo de puta, ¿a qué esperas, a que tengamos
que encontrar los cadáveres de todos los niños del pueblo en la
ciénaga, cubiertos de fango hasta el culo?! ¡Pues por los dioses te
juro que hoy mismo cojo una orca y me voy yo misma a buscar a mi
niña!</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
La multitud asintió a gritos a las palabras de la mujer. Otros
vociferaron insultos hacia el hombre que decía ser el alcalde del
pueblo. Kiran carraspeó sonoramente.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Balautena —le dijo el albino a la mujer—, por favor, no
cometas ninguna estupidez. Entre hoy y mañana encontraré alguna
solución al problema, todos tenéis mi palabra. Y si no, yo mismo
iré como alcalde de este pueblo orca en mano y coraje en corazón, a
por nuestros hijos, enfrentándome a cualquier mal que me aceche en
el camino. Ahora, por favor, regresad a vuestras casas, parece que
tenemos un peregrino en el pueblo.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
La multitud se dispersó, no sin antes soltar algunas maldiciones,
insultos y amenazas a su alcalde. La mujer llamada Balautena fue la
última en marcharse.
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Bienvenido, forastero, a este mi humilde pueblo —dijo el
alcalde, cogiendo una jarra de barro y llenándola hasta los topes
del contenido de un barril sobre un mostrador—, aunque creo que ya
imaginarás que no has escogido el momento más adecuado para venir a
visitarnos. ¿Cerveza?</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Sí, por favor.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El alcalde limpió una jarra con un trapo, y después, tras llenarla,
se la tendió a Kiran, que estaba sentado sobre una mesa redonda de
madera.
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Y dime, ¿cuál es la razón de tu visita? ¿Tienes nombre? Bueno,
claro que lo tienes. Hasta los bastardos tienen nombre. Lo que
querría saber es si puedes decirlo sin miedo a que alguien trate de
vender tu cabeza por algún tipo de recompensa.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Tengo, señor alcalde, y puedo decirlo sin ningún miedo. Kiran de
Elias. Encontré este panfleto clavado sobre unas direcciones en el
camino. Cien estios por cada abejón que se mate en la ciénaga
alrededor de este pueblo. Pues bien —Kiran hizo señaló al carro
de afuera con el pulgar—, ahí hay ni más ni menos que cinco
abejones, señor alcalde.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—No hace falta que me llames alcalde, tú no eres de aquí. Y
además, ni siquiera la gente del pueblo me llama alcalde
últimamente. Prefieren llamarme por el nombre de la supuesta
profesión de mi madre, y con razón, supongo. Me llamo Dodrain,
aunque me da que pronto tú también preferirás llamarme hijo de
puta.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—No lo haré, puede estar tranquilo, señor Dodrain. —Kiran dio
un largo sorbo de su jarra—. El papel estaba bastante viejo y
desgastado cuando lo arranqué. Me iba imaginando por el camino lo
que podía pasar.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Siento mucho que hayas malgastado tu tiempo y tu salud para nada.
—Dodrain se encogió de hombros—. Además, tampoco mataste a los
abejones en el interior de la ciénaga, ¿me equivoco? —sonrió.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Me ha pillado —confesó el Cuervo, amagando un gesto que debía
ser una sonrisa pero que sin posibilidad de equivocación no lo era—.
En las afueras había suficientes abejones como para volverme noble
si la recompensa hubiera seguido vigente, pero en el interior de la
ciénaga, ni uno solo.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Y por los dioses que más vale que siga siendo así. De ese modo
al menos habrá valido la pena todo lo que le pagamos a aquel
fanfarrón para que expulsara los monstruos de aquí. —Dodrain se
sentó en la mesa, junto a Kiran—. Contratamos a un hechicero para
encargarse de ellos. Parecía un vagabundo, el hijo de puta, con un
manto verde y con los pelos de la barba más negros que el sobaco de
un mono. Pero luego cogió, y quién se lo iba a imaginar con lo feo
y la cara de marrano que llevaba, se puso a toquetear una flauta, y
de la noche a la mañana, pum y adiós monstruos. No quedaron ni
ratas en toda la ciénaga.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Últimamente se ven muchos brujos así. —Kiran dio otro trago—.
Desde hace lustros, cuando se empezó a encerrar a los magos en el
Nido, ha habido gente que ha ido en contra de la ley y ha escapado de
ser enviados allí. Quedan relegados a hacer negocios baratos con su
magia, porque si tuvieran demasiado dinero llamarían la atención y
los Cuervos vendrían a llevarlos al Nido. Pero en los vagabundos no
se fijan. Nadie se fija en un vagabundo.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Claro, y seguro que tú sabes bastante de ello, señor cazador de
monstruos. Con esos ojos tuyos...</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El iris de los ojos de Kiran era rojo. Como el de todos los Cuervos.
El alcalde se había dado cuenta de ello, como mucha gente antes que
él. Kiran odiaba este momento en particular; era como una repetición
constante de las mismas palabras, una vez tras otra, en cada
conversación en la que alguien se daba cuenta de su apariencia
ligeramente anormal.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Cazador de monstruos —continuó Dodrain—, y una mierda. Tú
has venido buscando al hechicero cochambroso ese. No mientas. Te he
pillado, señor Cuervo.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—No tengo ninguna necesidad de mentirte. Ya no soy Cuervo; estoy
retirado. Y tampoco soy exclusivamente cazador de monstruos.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El alcalde dio un gran trago de su cerveza tras algunos segundos.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Lo siento —dijo—, no te creo.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Como le digo, señor alcalde, no tengo necesidad de mentirle. ¿Por
qué iba a hacerlo? Un Cuervo actúan por encima de cualquier ley, y
también posee una fuerza muy por encima de la que cualquier
campesino pudiera plantarle. De hecho sigo poseyéndola. Así que,
¿cuál sería la razón para ocultarme? Si quisiera «recoger» a
cualquier hechicero, me bastaría con venir y llevármelo, le pesara
a quien le pesara.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El Cuervo calló durante algunos segundos. Dodrain colocó su jarra
de cerveza, ahora vacía, sobre la mesa.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Pero tampoco importa —siguió Kiran, levantándose de la mesa—.
Nadie va a pagarme por esos abejones y yo tengo que buscarme el
sustento; así que no tengo pensado quedarme en su pueblo el tiempo
suficiente como para que nadie pueda juzgar si digo la verdad o
realmente soy un mentiroso. Gracias por su hospitalidad, señor
alcalde. Y por su cerveza.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Kiran se sacudió el jubón azul marino y dio media vuelta. El
alcalde se incorporó de un salto.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¡Espera! —dijo aceleradamente—. Cuervo, o lo que seas. ¿A
qué más dices que te dedicas a parte de asesinar bichos?</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—A un poco de todo. Mis servicios suelen ir desde talar arboles
hasta ordeñar a las vacas, llevar a pastar a las cabras, preparar
remedios y ungüentos sanitarios, fabricar objetos de carpintería,
recoger el grano, y, en fin, todo tipo de tareas, siempre que se me
remuneren. Aunque la gente suele preferir los servicios relacionados
con el arte de la guerra.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Y cómo se te da tal arte?</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Bastante bien, dicen.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Dodrain se frotó la cara con las manos. Después, suspiró.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—No sé si dices la verdad —dijo— o no... Bah, y a mí que más
me da de todas formas si vas detrás de ese andrajoso. Al fin y al
cabo hace días desde que partió de aquí, qué me importa a mí lo
que pueda pasarle. Escucha, Kiran, ven, tengo una proposición que
hacerte, aunque he de advertirte que será difícil y probablemente
peligroso. ¿Te vuelvo a llenar la jarra?</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Pues no le diría que no.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El Cuervo volvió a apoyarse a uno de los lados de la mesa.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Viste la escena que me montaron antes a tu llegada, no? Por los
dioses, claro que lo viste; esos ordeñacabras saben tanto de guardar
las apariencias como un gato de tocar el violín. Y yo encima, ya me
viste, poniendo ojos de cordero degollado y hablándoles como si
fuera una doncella recién llegada a su lecho.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El Cuervo calló.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¡Pues no será solo culpa mía! Que yo sepa no he ido a rastras
con los chiquillos metidos en una bolsa para venderlos ni nada por el
estilo. Entonces, ¿por qué quedo yo como el único culpable, Kiran?
¿Por qué me toca a mí evitar que esos idiotas se suiciden?</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Porque ese es el trabajo de un alcalde, supongo. —Kiran se
encogió de hombros—. Entonces, ¿han desaparecido todos los niños
del pueblo?</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Sí. —Dodrain dio un largo trago de su cerveza. No dijo nada
durante algunos segundos—. Sí, y no te imaginas como lo sufrimos
todos. Mi hija también desapareció, ¿sabes? Y esa gente se cree
que no deseo volver a verla tanto o más de lo que ellos desean ver a
sus chavales.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Y ahora, lo que quieres pedirme es que me encargue de encontrar a
los niños, ¿me equivoco?</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Sí —Dodrain adoptó un aspecto siniestro—. O lo que quede de
ellos...</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—No nos pongamos en lo peor, señor alcalde. ¿Cómo y cuándo
desaparecieron los niños del pueblo?</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
Dodrain se puso en pie. Caminoteó por la sala, nervioso.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Pues tampoco hay mucho que contar —dijo—. Hace una semana aquí
todo era normal. Los hombres plantaban el grano y llevaban a pastar a
los animalejos mientras las mujeres lavaban la ropa y cuidaban de sus
hijos. Y de la noche a la mañana, todos los críos desaparecidos.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Hace una semana exacta de eso?</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Sí. Siete días con sus siete noches.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¿Siete días y siete noches? —dijo Kiran, alzando ligeramente
la voz— y aún esperabais para ir a buscarlos a qué, ¿a un
milagro? ¿A que ellos mismos encontraran el camino de regreso?</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¡La ciénaga...! Joder, Cuervo, ¡la ciénaga es peligrosa! No
podíamos meternos en ella sin más, menos aún ahora que las afueras
están tan atestadas de monstruos, ¡nos matarían!</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Así que es eso —esta vez Kiran sonrió de verdad, aunque nada
le había parecido gracioso—. Simplemente eres un cobarde, al fin y
al cabo.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—¡No soy un cobarde! ¡He peleado en más guerras de las que...!</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Es usted un cobarde, señor Dodrain. Aquella mujer que pretendía
coger una orca e ir a buscar a su hija, aquella era una persona
valiente.
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
El alcalde no dijo nada.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—No se frustre —siguió Kiran—, todo el mundo tiene sus miedos.
Pero no se crea omnisciente solo por ser el alcalde. La próxima vez
escuche, señor Dodrain, escuche a la voz del pueblo. Una semana
puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Ahora hablaremos
de mis honorarios. Por jugarme la vida por lo que sea que le asusta
tanto de esa ciénaga, y rescatar a los dioses sepan cuantos niños,
mi precio serán doscientos estios de oro.</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—Cuervo, este es un pueblo humilde... ¿Ciento cincuenta?</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—No, alcalde. Usted debería conocer sus virtudes tanto como sus
defectos. Un cobarde rico podrá pagar doscientos estios.</div>
Antoniohttp://www.blogger.com/profile/13568669831476382043noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4644773294997295637.post-59036570292313478302012-09-27T15:50:00.001-07:002012-09-27T15:50:43.252-07:00El Vuelo del Fuego. 4<br />
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: medium;"><b><br /></b></span></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: medium;"><b>4</b></span></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: medium;"><b>El
camino de la música</b></span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><i>«¿Qué
es lo buscáis?», preguntó la florecilla entre la hierba. «Yo
busco a la noble, a la protectora y a la amante; a la buena y a la
mala a la vez. Busco a mi madre, a la que hace mucho tiempo perdí»,
dijo la primera de las tres niñas. «Yo busco la simpatía, la
seguridad y el calor que envuelve lo más profundo del corazón.
Busco lo indescriptible; lo que ni el mayor de los sabios sabría
explicar. Busco el amor, que desde los primeros días de mi vida me
fue arrebatado.» Dijo la segunda niña. Por su parte, la tercera
calló durante algunos segundos, pensativa. «Yo no busco a mi madre,
ya que aunque nunca la conocí no anhelo hacerlo, pues nunca he
sabido lo que es el calor de una madre y no podría desear con fuerza
algo que desconozco. Tampoco es el amor lo que deseo, pues aun
habiendo carecido de él durante toda mi vida, yo me amo a mí misma
más de lo que nadie podría amarme jamás.» El viento ondeó
durante unos instantes, y la flor perdió algunos pétalos.
«¿Entonces, qué es lo que buscas, chiquilla? ¿Cuál es tu
deseo?», preguntó la flor. «Mi corazón anhelaba aventuras y
alguien con quien compartirlas». La niña echó una mirada veloz a
sus dos compañeras, y sonrió. «Puedo decir sin rodeos que mi deseo
se ha hecho realidad.»</i></span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><i>«Cuentos
de Lanaeda. Libro primero». Autor anónimo.</i></span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Neil estaba sentado al borde del carro, entre las telas.
Observaba con tranquilidad como el camino recorrido se alejaba,
ocultándose en el horizonte. El sendero había sido muy irregular,
lleno de curvas y baches, y el bardo se había mareado un poco.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Inda había quedado muy atrás, ahora el paisaje era un
mosaico de árboles de hojas rojas y hierba. El bosque Hojasangre.
Neil lo conocía bastante bien. Tras su transporte, el último de la
hilera en la que viajaban, cabalgaban cerca de una veintena de
hombres de la guardia del rey. Pisoteaban una alfombra de hojas
caídas que se quebraban al mínimo peso. El resto estaban repartidos
entre cada carro. Tras el ataque, la mayoría había decidido
apostarse entre el carro del rey, aunque aún no había ni rastro de
La Espada, el capitán de la guardia.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">«Un par de ladrones decían saber que se va a producir
un robo en Antivas, en la capilla de Anais», había oído Neil decir
a un guardia real que hablaba con el rey. «Estor Zasey se ha quedado
a comprobar como es que pueden saber algo así sin estar implicados.»
Tras ello, el rey había carraspeado y subido a su carro entre quejas
y maldiciones.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Toqueteó un par de cuerdas de su laúd, y este emitió
unas notas agudas y dispares. Cuando hubo tomado un buen trago de
aire, regresó adentro.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Estaba oscuro, y la poca luz que los árboles del bosque
dejaban pasar se tornaba rojiza al cruzar las telas del carro. A un
rincón estaba Kiran, sentado junto a las telas de la pared y fumando
Hierbazul en una pipa. Se la conocía con ese nombre por el color que
dejaba en la lengua de la gente que la mascaba; y por su propia
pigmentación. Otros como Kiran preferían fumarla. Sabía a lima y a
menta y resultaba relajante para mucha gente. A Neil, sin embargo, le
provocaba el mayor de los ascos.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El Cuervo tenía la cara pensativa; miraba
tranquilamente las telas del techo del carro. Algunos mechones
oscuros y ondulados le caían sobre los ojos rojos, que relucían
como la sangre en la penumbra.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Neil se sentó junto al cofrecito que Kiran había
traído de su posada. El Cuervo no se había separado de él desde
que lo recogió. «Ten muchísimo cuidado», le había advertido a
Neil. «Lo que hay dentro es muy frágil y valioso». A lo que él le
había respondido con un ademán con la cabeza, aunque no sin
esconder una cierta curiosidad insana.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">«¿Qué escondes ahí adentro, Cuervo? ¿Por qué tanto
misterio? Quizá simplemente haga falta preguntar...»</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Oye Kiran, —carraspeó—, ¿qué tienes en ese
cofre?</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Kiran exhaló una gran cantidad de humo.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Cosas personales —le respondió, dejando su espada
a un lado. La había traído de la posada junto con el cofre, aunque
Neil no había podido verla aún, ya que estaba completamente
cubierta por un trapo. Un par de cordeles mantenían a este fijo a la
espada—. ¿Has afinado ya ese cacharro?</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">No ha sido necesario. —Toqueteó el laúd—. Ya
tenía las cuerdas preparadas.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Neil se había estado quejando de la falta de
instrumentos en el pueblo la tarde antes de partir, y de cómo había
perdido el suyo por culpa de una mujer llamada Yiluna.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Pues debes de estar en tu día de suerte, Bardo —le
había respondido el rey entre risas, mientras llamaba a uno de sus
sirvientes que cargaba con un precioso instrumento—. En mi estancia
en el sur un idiota debió de haber creído que gobernar un
continente no es suficiente carga como para además aprender a tocar
este cacharro. Ten, quédatelo. Considéralo una donación para
alegrar las aburridas tardes de tu rey. Hoy en día no te puedes fiar
de ningún bardo; todos son un atajo de espías y asesinos. Pero creo
que podré arriesgarme con quien que ha ayudado a salvar la vida de
mi familia.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Para Neil, ese instrumento era la cosa más bella que
había visto en su vida. Ni siquiera los bosques verdes de la Isla
del Viento estaban a su altura. Ni las musas más bellas de cada
reino. Era de un color blanquecino azulado, fabricado con madera añil
de los helados bosques del norte. Al tacto resultaba suave y
agradable, y las cuerdas cantaban con cariño y precisión. Lo
llevaba colgado con una cinta de lino, junto a la pluma de charrán
blanco en su pecho. El rey no apreciaba ni por asomo la calidad del
presente que había recibido; un instrumento por el que cualquier
bardo mataría.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Neil tocó las cuerdas, pensativo. </span>
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">«Tú eres Kiran de Elias», había dicho el rey la
tarde antes de partir. ¿Por qué el rey conocía su nombre? ¿El de
Kiran, un vagabundo, un simple mercenario y antiguo Cuervo del Nido?
Neil había intentado sonsacarle información, pero no había servido
de nada. Cada vez que sacaba el tema, Kiran se hacía el loco o le
espetaba con un «no es asunto tuyo». </span>
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Y luego estaba lo otro. ¿Cómo era que Kiran había
dejado de ser Cuervo y se iba paseando tan tranquilamente por los
pueblos? ¿Por qué nadie intentaba poner en una bandeja la cabeza de
un desertor? Tampoco había habido respuesta para ello. «El mío fue
un caso especial», es lo máximo que pudo sacarle.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Y... bueno, adónde vamos? —preguntó Neil,
repeinándose hacia atrás el pelo castaño.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">El rey dijo que a Antivas —le respondió Kiran—.
¿La razón? Ni idea. Eso deberás preguntárselo a él.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Dicen que la capital está en crisis —se encogió
de hombros—, no creo que sea el lugar más adecuado para que
encuentres un trabajo.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Yo tampoco lo creo. —Kiran deslizó sus dedos por
la pipa de madera, pensativo.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Entonces por qué has accedido a ir?</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Nadie discute los deseos de un rey, Neil. Deberías
saberlo. —Sacó el brazo entre las telas y arrojó la Hojazul de la
pipa al exterior del carro, después abrió el cofrecito y metió la
pipa dentro. Neil alcanzó a ver relucir un diminuto objeto de
cristal en su interior, antes de que Kiran lo cerrara—. Además,
hasta ahora todo ha estado igual de escaso de trabajo para mí. Al
menos ahora tengo adonde ir.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Sé de buena tinta que en los Reinos de la Primavera
hay una disputa entre el señor del Lecho de Rosas y una familia
noble bastante poderosa. No recuerdo ahora el nombre de la familia.
—Neil se echó junto a Kiran—. ¿Por qué no vas allí? Seguro
que hay trabajo de sobra para un mercenario. Tengo pensado viajar a
los Reinos del Invierno, a Pico Nevado. Si quieres podría
acompañarte durante la mitad del trayecto.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">No, Neil. No me interesa inmiscuirme en las guerras
estúpidas entre los señores nobles. No son más que rabietas entre
familias poderosas, egoístas y avariciosas en las que su propio
pueblo se mata entre ellos por una disputa que ni siquiera llegan a
comprender. Que los señores vasallos y demases títeres de la
realeza participen en ese tipo de conflictos sin sentido —escupió—.
Yo no lo haré.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">No lo entiendo. Una guerra es una guerra; y por
favor, deja de escupir en el carro. —Neil se encogió de hombros.
¿Qué más daba quien lo contratara? Él era un mercenario, no era
su trabajo juzgar lo bueno o malo de sus actos.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Yo participo en guerras justas; que las hay. El año
pasado mismo viajé por los archipiélagos del Mar Sereno. Allí
ayudé a unos campesinos de una pequeña isla granjera a recuperar
sus tierras; unos bandidos las habían tomado por la fuerza y habían
esclavizado a todos los habitantes. Mujeres y niños incluidos. No
fue muy difícil acabar con ellos, los propios habitantes de la isla
pusieron de su parte y pelearon con fiereza. Al terminar, todos
estaban tan agradecidos que me pagaron incluso más de lo acordado.
Regresé a Lanaeda con seiscientos estios, un barco de vela de lujo,
una tripulación acorde y los mejores remeros que el dinero puede
comprar. Es lo mismo que pelear en esas guerras estúpidas, ganas
dinero; solo que luego no te sientes como una mierda cuando te
despiertas por la mañana.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">El trabajo de mercenario en sí mismo consiste en no
juzgar la razón de las guerras —dijo Neil con seguridad, mostrando
sus dientes blancos—. No sería tu culpa, Kiran, sino de aquellos
que te contraten.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Los que me contraten no son quienes van a ir en la
vanguardia cercenando cabezas. Y hazme un favor, Neil; mientras yo no
te enseñe a tocar el laúd, evita enseñarme cómo hacer mi trabajo.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Me ofendes, Kiran. Yo jamás trataría de enseñarte
cómo asesinar, degollar, mutilar y sobretodo cercenar. —El bardo
esbozó una sonrisilla ladeada—. Si hasta quería acompañarte
hacia el este —rió.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Neil corrió las telas y volvió a salir al borde del
carro, mientras olía el humillo de la Hierbazul que Kiran se había
encendido. El humo proveniente de la pipa salía hasta el exterior
del transporte y provocaba en Neil cierto mareo. Olía a menta y a
césped húmedo.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Los jinetes que guardaban la zona sur se habían abierto
en dos filas paralelas a los costados del carro, dejando una vista
perfecta del paisaje y el horizonte que se alejaba. Era el momento
perfecto para componer algo; nada demasiado minucioso, algo sencillo.
Neil comenzó a rasgar las cuerdas de su laúd con el cuidado con el
que se mece bebé recién nacido, y se dejó caer bajo el sueño de
las <i>reinas rubí</i> y del otoño perpetuo.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><i>La
senda avanza por el horizonte,</i></span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><i>el
viaje apenas ha comenzado.</i></span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><i>Ya
estoy decidido, el destino me llama;</i></span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><i>no
hay necesidad de un sendero dorado,</i></span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><i>que
yo camino por mi senda de hojas secas</i></span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><i>con
veloz pie fatigado,</i></span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><i>al
amparo de mi destino</i></span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><i>con
mi amigo el Cuervo a mi lado.</i></span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El carro volcó con un estruendo estrepitoso. Neil cayó
dentro y dio varias vueltas chocándose contra el techo, las paredes,
y todos los rincones del transporte.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Estaba boca abajo, junto a Kiran. Se había golpeado
varias veces la cabeza y todo le daba vueltas.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Qué a pasado? —gruñó, agarrándose la nuca.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Kiran se tambaleó hasta el exterior del carro sin
responder. Neil lo siguió. El carro estaba volcado hacia un lado, y
una de las ruedas traseras estaba destrozada.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Ha chocado contra una roca —comentó un guardia
real.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Pues debió de ser una roca muy dura aquella —le
respondió el rey, encogiéndose de hombros—. ¿Y ahora qué?</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Un par de guardias dicen haber trabajado como
carpinteros, y uno de los carros de detrás tiene los materiales
necesarios para construir una nueva llanta. Pero sus acompañantes
deberán de quedarse aquí toda la noche hasta que lo reparen, mi
señor.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Kiran soltó un sonoro bufido.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">No, eso es inaceptable. —El rey observó durante
unos instantes la rueda, con un rostro analizante—. No parece que
sea algo que se pueda arreglar con unos listones de madera —dijo
con un suspiro—, pero no dejaré a mis invitados a merced del
bosque. Acamparemos aquí. Todos —ordenó.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Los guardias no estaban muy convencidos con la decisión
de su rey, pero obedecieron. Neil echó un vistazo a su alrededor. Se
trataba de un claro en mitad del bosque, rodeado de árboles por
todas partes y bordeado por el camino real. El suelo estaba cubierto
de hierba y arena, y por los árboles subía una gran cantidad de
hiedras y musgo. </span>
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Tardaron varias horas en levantar el campamento. Había
una tienda de campaña para cada pareja de guardias y aún así
sobraba espacio antes de llegar a los árboles. Por entre las ramas
se filtraba la blanquecina luz de la luna llena, aún muy baja en el
horizonte y casi invisible tras la flora.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Neil pasó la noche en una de las tiendas, junto a
Kiran.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Se despertó al escuchar el suave sonido de la tela
contra la hierba. El rey entró adentro, con unas ropas de terciopelo
azul distintas de las que había llevado durante el viaje.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Espero no haberos despertado —dijo.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">«Es todo un halago que te hayas tomado la molestia en
fingir que te importamos», pensó Neil.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Tranquilo —le respondió Kiran, aún con los ojos
cerrados—, rara vez consigo conciliar el sueño.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Un rasgo imprescindible para cualquiera que trabaje
para un rey. Me alegra saberlo.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Yo sí que me había dormido. —Neil se incorporó—.
Pero le alegrará saber que lo que realmente me despertó no fueron
las palabras de su Majestad, sino su majestad al correr las cortinas
—dijo con una sonrisilla.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Y cuál se supone que es ese trabajo? —Kiran
agarró la mano de Neil y se puso en pié—. Su Majestad me ha
traído aquí, de camino a Antivas, sin ningún tipo de aviso y sin
saber que es lo que desea de mí. Si es para la guerra para lo que me
quiere, ha venido a buscar a la persona equivocada. Llevo años
retirado —mintió—. Ahora soy herrero, fabrico armas y allá cada
cual con lo que haga con ellas.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Lo que quiero de ti no tiene nada que ver con la
guerra. También sé que no eres herrero. —Kiran apartó la vista
un momento, y Neil casi se echar a reír ante la situación—. Pero
como te digo, no es para eso para lo que te necesito, por lo que no
hace falta que mientas. —Faendar se frotó la barbita canosa—. Es
justo que quieras conocer la razón por la que vas a ir a Antivas, y
esperaba poder hablar contigo sobre ello hoy en el castillo. Pero
según parece, los dioses han creído oportuno que pasemos toda la
maldita noche a la intemperie —escupió—. Salgamos afuera, te lo
explicaré todo. Bardo, ¿vienes con nosotros?</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Neil ignoró no haber notado la indiferencia que el rey
mostraba continuamente hacia él.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Sus deseos son órdenes para mí, su majestad —dijo
con una sonrisilla ladeada.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">La luna estaba ya muy alta; fuera del claro los árboles
tapaban la mayor parte de su luz. </span>
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Avanzaron por el bosque con tranquilidad, y se
detuvieron junto a un <i>bellotero trepador</i> recubierto de hiedras
por toda su corteza. Junto al árbol se agitaban tímidamente las
aguas de un pequeño lago.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Se acercan tiempo malos, Kiran. —Faendar se sentó
junto al árbol. Neil y Kiran lo acompañaron, cada uno a un lado de
él.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Lo sé, su majestad. Todo el mundo lo siente
—respondió Kiran.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">La gente lo siente; yo lo sé. El idiota de mi
sobrino intenta arrebatarme unos reinos que no puede controlar, Pico
Nevado me jura lealtad mientras espera a la mínima oportunidad para
clavarme un puñal por la espalda, y esa estúpida señora del Lecho
de Rosas no ve más allá de sus jardines y sus flores. Y mientras,
en las Tierras del Rey, la capital patas arriba, la guardia real
desestructurada y una guerra civil a medio cimentar en los arrabales.
—Faendar se limpió el sudor de la frente con el dorso de la mano.
No hacía ningún tipo de calor, es más, la hierba estaba mojada y
olía a humedad.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Neil sabía a qué se refería el rey. Cuando las
guerras asolaban las ciudades nadie se paraba a preguntar los ideales
que cada habitante antes de desenvainar la espada. La gente de
Antivas sabía que podía darse por muerta si la ciudad fuera
asediada con éxito.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Yo he visto las preocupaciones del pueblo —inquirió
Neil—, hace mucho desde la última guerra, nadie está preparado
para pelear. Los antiguos guerreros están demasiado quemados, y los
nuevos no hacen sino ensalzar a una guardia real ya suficientemente
torpe de por sí. La gente lo sabe, se da cuenta de que las cosas no
van bien; y cuando eso ocurre, el pueblo lucha por un cambio en el
sistema, sea o no la solución al problema. Y en esta situación,
todos saben qué hacer para cambiar el sistema...</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Unirse a la guerra civil —continuó Kiran—.
Entiendo el punto, ¿pero qué tiene eso que ver conmigo? Yo no soy
un político. No puedo cambiar nada.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">No eres un político, pero te equivocas; tú eres el
más indicado para cambiar la situación. —El rey se levantó,
algunas hojas secas crujieron en el suelo—. Con la disciplina
adecuada el ejército se puede reorganizar, bajo las condiciones
propicias los enemigos pueden ser aliados y las guerras se pueden
ganar, pero no entre caos. Ni el mayor de los ejércitos de Lanaeda
podría combatir con los enemigos del exterior mientras libra una
batalla contra su propio pueblo. De momento la guerra civil no es más
que un puñado de riñas y escaramuzas sin importancia, y tú serás
el encargado de que siga siendo así. De ahora en adelante formarás
parte de mi consejo, puedes llamarme Faendar.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Su majestad... no estarás diciendo eso en serio,
¿verdad? Ni siquiera soy noble, no sé que tipo de consejo podría
dar.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">«Creo que ahí está el asunto, Kiran», Neil amagó
una sonrisilla. «No eres noble».</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Y de qué me sirve un consejo lleno de nobles
incapaces de ver más allá de su ombligo? —Faendar frunció el
ceño—. El contable escucha a los viajeros, a los comerciantes y a
los nobles; el informador escucha a las putas, a los mendigos y a las
sombras; y el Gran Clérigo escucha a los dioses. ¿Y quién escucha
al pueblo? ¿Quién me presentará sus ruegos y súplicas y evitará
que formen una guerra civil?</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Kiran se levantó y observó el lago con solemnidad.
Neil se fijó en su reflejo en el agua: tenía el ceño fruncido, la
boca deformada en una mueca y sus iris rojos radiaban en la penumbra.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">La gente nunca me escuchará, nunca me respetará.
—Kiran observó durante unos instantes a un búho en un árbol, a
lo lejos—. Aún hay mucha gente que me llama desertor, otros
cazador de brujas, y los hay que simplemente me llaman monstruo.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">La gente se muestra recelosa hacia lo diferente y lo
extraño. Pero no temas, te ganarás ese respeto.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Cómo, ¿mediante la amenaza y la espada? —Preguntó
Kiran.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">No, a eso se le llama miedo. La gente también desea
ser escuchada. Dale al pueblo lo que quiere, y te ganarás su respeto
y su gratitud.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Y si me niego? —dijo Kiran, con una voz que casi
era un susurro.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">«Negarse no es una opción cuando se trata con un rey»,
pensó Neil.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Faendar cambio su peso de una pierna a otra.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">La pregunta es: ¿te negarás?</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Quizá —le respondió—. La vida del consejo del
rey en tiempos de guerra suele ser muy ajetreada. Y muy corta.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Bueno, soy tu rey —dijo Fanedar—, podría
ordenártelo.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Y yo sería tu consejero, podría darte malos
consejos. —Kiran se encogió de hombros.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Faendar soltó una carcajada.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Sabía que no sería fácil convencerte —dijo entre
risas—, y por eso pensé en un trato que también te favorezca a
ti. —Faendar sacó un pergamino enrollado de su cinturón y le echó
un vistazo rápido—. Según veo, Kiara de Elias está encerrada en
el Nido desde los... vaya, desde los diez años. Casi ni tuvo
oportunidad de ver el mundo. ¿No sería maravilloso que por fin
gozara de libertad para ir adonde quisiera?</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Kiran giró la cabeza nerviosamente.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Sería eso posible?</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Cuando haya probado tu lealtad y tu trabajo, será
libre bajo las leyes de la magia fuera del Nido. Tienes mi palabra.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Kiran carraspeó.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Lo tenías pensado desde el primer momento, ¿no es
así?</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Soy rey. Sé muy bien que nadie hace nada por
caridad.</span></div>
Antoniohttp://www.blogger.com/profile/13568669831476382043noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-4644773294997295637.post-23892307994136977862012-09-08T14:50:00.001-07:002012-09-08T14:50:36.468-07:00El Vuelo del Fuego. 3<br />
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: medium;"><b><br /></b></span></div>
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: medium;"><b>3</b></span></div>
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: medium;"><b>Soles
caídos</b></span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><i>...la gente del sur esperó, esperó y esperó. Las
mujeres rezaban, los hombres ofrecían sacrificios a sus dioses. Pero
de nada sirvió. El otoño llegó, para nunca más marcharse.</i></span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><i>«Estaciones». Jenyne Feylon.</i></span></div>
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">En el barrio del mercado resultaba difícil el simple
hecho de ir de un lado para otro. Todo era caótico. Las estrechas
callejuelas estaban tan abarrotadas de gente y de puestos de venta
que Kiran pensaba que si seguían llegando personas, llegaría un
momento en el que no habría espacio para caminar siquiera.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El suelo estaba cubierto por una capa de hojas rojizas y
anaranjadas, provenientes de los árboles del interior del pueblo y
también de algunos exteriores, del bosque Hojasangre. Este comenzaba
en las Tierras Centrales y recorría desde Antivas hasta el sur,
hasta bien entradas las Tierras del Otoño. Recibía su nombre de las
reinas rubí, los árboles que poblaban gran parte del bosque. El
color natural de sus hojas debía de ser verde intenso, muy saturado;
pero el otoño les daba un color rojizo que se iba muriendo una vez
estas caían del árbol, lo cual no llevaba demasiado tiempo. Kiran
había recorrido un buen trecho en él hasta llegar a Inda, y muchas
otras veces antes.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">La calle quedó inundada por el sonido intermitente de
los cascos un animal chocando contra el suelo. La multitud abrió
paso para un jinete que montaba a trote sobre una yegua baya. La
montura tenía las crines y la cola blancas como la nieve.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Se trataba de Leistor de Inda, el mensajero local del
pueblo. Vestía un jubón de tela sencillo y un capote a la espalda.
Cargaba con una mochilita de cuero en la que llevaba todas las
cartas, que tampoco eran muchas; los pocos mensajes que Leistor
transportaba eran entre los propios habitantes del pueblo que, por
una razón o por otra, no podían decirse lo que fuera en persona.
Para mensajes a lugares más alejados, la mayoría de la gente solía
preferir el uso de palomas, ya que eran veloces, más discretas, y de
ser necesario, más difíciles de cazar que una persona.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Kiran se detuvo junto a un puesto de bollos. En el
mostrador, colocadas de un extremo a otro, había una gran cantidad
de apetitosas y humeantes tentaciones de pan. </span>
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¡Bollos de pan, los más deliciosos del reino!
—anunció a gritos el encargado del puesto, un tipo regordete y
medio calvo, mientras sacaba otra bandeja para reponer la mercancía—.
¡Acérquense y véanlo por ustedes mismos! ¡Nada tienen que ver con
esas insípidas piedras marrones que los vendedores de la capital
fabrican sin cariño alguno, no señor! </span>
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El Cuervo sacó unas monedas cuadradas de su cinturón y
compró un bollo. Eligió el más grande y harinoso de todos. Tenía
forma semiesférica con un color marrón claro, por dentro estaba
relleno de natillas y desprendía un humillo apetitoso en el
ambiente.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Caminó entre la multitud, buscando a Neil con la
mirada. Había llovido la noche anterior, y a causa de la humedad,
las hojas que cubrían el suelo provocaban un sonido agudo al ser
aplastadas, salpicando algunas gotitas de agua: c<i>hap, chap, chap</i>.
Se comió el bollo rápidamente, de apenas cuatro o cinco bocados. </span>
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El bardo estaba junto a un puestecito que parecía
carecer de interés para la mayoría de la gente que pasaba junto a
él. Sobre las paredes de tela del interior del puesto, habían
colgados algunos instrumentos de viento y percusión. Flautas dulces,
algunas dulzainas, oboes, cuatro timbales, un par de castañuelas y
la pieza maestra: un enorme piano de cola de color madera, más alto
que el propio vendedor. Habría hecho las delicias de cualquier
bardo. O por lo menos, de cualquier bardo rico.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Pero cómo no va a quedar ni un solo laúd en todo
el puesto? Es ridículo —vociferó Neil. Agitaba los brazos con
tanta intensidad que por poco la boina no se le cayó al suelo.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">La demanda de laúdes ha sido mucha en los últimos
días, mi señor. Desde que se supo que la carroza del rey Faendar
pasará por aquí todo esto se ha llenado de idiotas deseosos de
convertirse en los juglares particulares de la familia del rey. Es
más, echad un vistazo a la tienda, ¿por qué creéis que nadie se
para a comprar aquí? Últimamente todos los clientes se paran,
preguntan si quedan laúdes, y cuando les respondo que no, se encogen
de hombros y se van. Esto es un puesto de venta de instrumentos
musicales, no solo de laúdes.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Neil suspiró. Había recorrido todos los puestos y
tiendas del pueblo en busca de un laúd, pero había resultado
inútil. ¿Y ahora qué iba a hacer? Toda la ciudad se había llenado
de idiotas deseosos de hacerse de oro a costa del rey, y pretender
trabajar como bardo sin un instrumento era como intentar ganar una
guerra a puñetazos. «Y ni siquiera les servirá de nada. El rey
pasará de largo sin detenerse en el pueblo y mucho menos se va a
poner a escuchar como toca una decena de juglares codiciosos»,
pensó. «Si al menos esa maldita Yiluna no hubiera destrozado mi
instrumento...».</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿El rey va a venir a Inda? —preguntó el Cuervo de
ojos rojos, acercándose a Neil.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">De hecho pasará por aquí hoy mismo, mi señor —le
aclaró el mercader—. Pero no esperéis gran cosa. Solo viene de
paso hacia Antivas. Llegará, saludará con la mano desde el carro, y
seguirá su camino. </span>
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Ni siquiera se detendrá? —Kiran no entendía la
razón visitar Inda con el único propósito de pasar de largo,
cuando con un pequeño rodeo podría seguir su camino hacia la
capital sin necesidad de poner patas arriba el pueblo entero. «Cosas
de reyes, cosas incomprensibles», pensó.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Viendo como está el panorama, casi deberíamos dar
las gracias porque no nos escupa desde el carro. —El bardo se
encogió de hombros—. Ven, Cuervo. Creo que he visto un puesto de
sombreros mientras veníamos por allí. Aunque creo que no debería
de derrochar mucho dinero hasta no conseguir una nueva herramienta de
trabajo.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">«Pues debes de estar tomándotelo muy en serio», pensó
Kiran. Neil le había pagado la comida el día anterior, pero también
se las había arreglado para quedarse en su habitación de la posada
para pasar la noche. Durmió en el suelo, sí, pero durmió gratis.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Por la mañana juró a Kiran que se lo pagaría
tocándole una canción. Él respondió diciéndole que si su canción
no era de oro y se llamaba «estio» no era ninguna clase de pago,
aunque el bardo insistió. De un modo u otro, no habría ninguna
canción por el momento.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">De pronto comenzó a lloviznar. Frías y diminutas
gotitas de agua cayeron del cielo nublado. Poco a poco, despacito y a
pies tortuga, los adoquines iban quedando inundados por estas,
formando pequeños islotes entre un mar de lluvia.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">A pesar de ello, el mercado solo abría una vez a la
semana, y sin contar siquiera los días festivos. Habría hecho falta
una auténtica tempestad para hacer que los pueblerinos abandonaran
sus compras. Por eso le resultó tan raro a Kiran el ver a la gente
amontonarse al fondo de calle. Los viandantes se miraban,
cuchicheaban un poco, y se dirigían hacia la multitud que cubría la
zona este, como si algún tipo de espectáculo callejero se estuviera
realizando allí.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Neil le preguntó que por qué estaría toda esa gente
allí reunida, a lo que el Cuervo respondió encogiéndose de hombros
y diciendo que probablemente solo estarían observando algún puesto
interesante a las afueras del mercado. </span>
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Pero en ese momento escucharon el alarido de una chica,
unos gritos de clemencia, tras lo que se lanzaron corriendo hacia la
multitud.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Estaban frente a una casa a las afueras del mercado. Dos
guardias vestidos con capas con los colores dorados de Antivas y unos
soles bordados en la tela sujetaban a un hombre mayor. El anciano
tenía unos grilletes en las manos y había sido lanzado sobre los
adoquines de una patada.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Un tercer guardia salió del interior de la casa,
sujetando unas figuritas de porcelana que, posteriormente, arrojó
contra el suelo, destrozándolas. Vestía la capa dorada de Antivas y
llevaba el brazo derecho al descubierto, mostrando el tatuaje de una
espada que le recorría por completo desde el hombro hasta el dorso
de la mano. Sus cabellos eran castaños y ondulados.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Ese que acaba de salir del edificio es Estor Zasey
—dijo Neil en voz baja—. Lo vi cuando estuve en la capital, hace
ya bastante tiempo. Es el capitán de la guardia del rey. Mira, ese
tatuaje que lleva en el brazo representa que él es la espada que el
rey blande.</span></div>
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Sé perfectamente quien es, Neil. Si el rey dice
«descansa», la espada se envaina. Si el rey dice «mata» la espada
mata. Eso es Estor Zasey. Una herramienta a las órdenes del rey. Un
arma incapaz de actuar por sí misma. —Kiran cambió el peso de su
cuerpo de una pierna a otra—. Debe de haber venido aquí para
asegurarse de que todo está en orden antes de que el rey pase por
aquí. Quiere decir que su carro llegará pronto.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">La Espada estrelló las últimas figuritas de porcelana
contra el suelo. Una chica joven, de cabellos rubios y lisos salió
de la casa y se arrodilló ante él.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Por favor, mi padre está muy mayor, no sabe lo que
hace. Por favor, mi señor, perdonadle, os lo suplico, por favor
—dijo apresuradamente entre sollozos.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Ves esa basura? —Estor Zasey señaló a los
fragmentos de porcelana esparcidos por el suelo—. Tu padre estaba
llamando a la ira de Los Cinco adorando a esos dioses falsos.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Dioses falsos? —Bramó el anciano arrodillado—.
¡Esos son mis dioses! ¡Los que yo elegí! ¡Los que mi familia
eligió hace lustros! —A pesar de su edad, vociferó tan alto que
hasta la gente de las calles más lejanas pudieron oírle—.
Tessianea, Anais, Paris, Sazeh, Divela; ¡escupo sobre todos vuestros
asquerosos dioses sureños!</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Padre, no por favor, ¡cállese! —dijo la chica.
Uno de los guardias tendió una enorme hacha de doble filo a La
Espada, y tras ello, la niña se echó a llorar. Como si realmente
los cinco dioses hubieran estallado de ira, el cielo se oscureció y
la discreta lluvia otoñal se tornó en una sonora tormenta. Los
vientos huracanados mecían descuidadamente las ropas de la chica, y
los rayos y truenos sonaban con un estruendo tal, que la hacían
estremecerse bajo el húmedo abrazo de las nubes. Y al final, ni
siquiera podía distinguir sus propias lágrimas de la lluvia.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Esta es tu última oportunidad, anciano —advirtió
La Espada, apoyando su enorme hacha sobre el cuello del padre de la
chiquilla—. ¿Aceptas a Los Cinco en tu corazón como los únicos
dioses existentes, y te disculpas ante ellos por haber podido
provocar su ira?</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Sí, padre —sollozó la chica—. Por favor...</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El anciano escupió a Estor en la cara.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Eso será lo único que consigas que salga de mi
boca, Espada.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">La Espada se limpió la cara con la manga y levantó
despacio el hacha. Su cara permaneció inmóvil, sin responder a la
provocación del anciano.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">En ese caso yo, Estor Zasey, como capitán de la
guardia y Espada del rey Faendar Zasey, en nombre de todos los
habitantes de Lanaeda y por la gracia de los dioses, te condeno a
morir.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Y el hacha descendió con un movimiento limpio y veloz.
La multitud gritó, y la chica cerró los ojos creyendo haber
escuchado un trueno.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Pero no había sido eso.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Los guardias recogieron el cuerpo y la cabeza del suelo
con velocidad. La hija del anciano comenzó a llorar y a gritar, y
también se la llevaron.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Que esto sirva de ejemplo para todos los que estáis
aquí —vociferó La Espada hacia la multitud, alzando los brazos y
tendiéndole el hacha a uno de los guardias con capa dorada—. La
guardia real no permitirá que se incite la provocación de la ira de
los dioses, y mucho menos cuando su majestad está camino del pueblo.
A ese anciano se le han dado muchas oportunidades de rectificar, pero
quizá la próxima vez no se os plazca con ese beneficio; más os
valdría recordarlo. Y ahora dispersaos, el espectáculo ha
terminado.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">La tormenta amainó al cabo de unos pocos minutos. Kiran
y Neil caminaban por las calles del pueblo mientras sonaban las doce
campanadas del mediodía. Ninguno de los dos dijo nada sobre la
escena del mercado. No era necesario. Incluso para dos personas casi
desconocidas como ellos dos, era fácil conocer la opinión del otro
en un situación como esta. Poca gente era dada a los asesinatos a
sangre fría.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Llegaron al barrio residencial. Se detuvieron junto a la
calle principal de Inda, la única que cruzaba directamente desde la
entrada hasta la salida del pueblo. Era algo más espaciosa que el
resto de calles, aunque no demasiado.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Un hombre calvo vestido con un jubón claro se encargaba
de vallar el camino central de la calle con unas cuerdas atadas
firmemente entre edificios, árboles, verjas, y cualquier superficie
resistente. Poco a poco, la gente fue amontonándose tras ellas, y
con el paso de no mucho tiempo, se formó una cola de personas que
llegaba hasta los barrios exteriores. Todos vociferan con entusiasmo.
Unos gritaban de impaciencia, otros alzaban elogios, y un grupo de
jóvenes cerca de un puestecito lleno de calderos y ollas de metal
gritaban insultos a toda voz.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Y finalmente llegó con la primera campanada de la
tarde, bajo la envolvente música metálica de las herraduras de los
caballos e inundado bajo los alaridos de los pueblerinos.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El portón de madera que servía de entrada al pueblo se
abrió de par en par, crujiendo la madera y las bisagras por igual. A
través de él entraron una incontable cantidad de soldados con capas
doradas montados a caballo. Después, a ritmo muy lento, pasaron
cuatro carros cubiertos con sedas rojas y elegantes, adornadas con
algunos punteos de hilo azul y con el sol dorado de Antivas bordado
en ellas. Del tercero de los carros asomó un hombre con la cabeza
coronada. Tenía un largo y elegante cabello canoso y estaba afeitado
a conciencia. El rey saludó cortésmente desde su transporte, y
volvió a meterse dentro.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">La gente se lo tomó como si se tratase de una
cabalgata, y realmente la situación se prestaba a ello.
Probablemente los jinetes de la guardia real solo caminasen más
lentos que los propios carros a los que protegían. Cualquier otro
caballo a trote los hubiera podido adelantar; en otro momento, por
supuesto, ya que entonces la calle estaba cortada hasta que el rey y
sus más de doscientos escoltas hubieran avanzado hacia el norte. O
al menos se supone que deberían de haber habido más de doscientos
escoltas, porque en ese momento Kiran no veía nada más que unos
diez guardias reales al norte de los carros y otros diez al sur. No
quedaba ni rastro del primer grupo que había entrado por el portón
hacía un rato.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El Cuervo se fijó en los jóvenes que habían estado
lanzando insultos entre la multitud. Se abrieron paso a toda prisa y
violentamente pasaron por encima de la cuerda. Esta vez, fuera del
gentío, se les podía ver con claridad. Vestían unos cueros
protegiéndoles algunas zonas específicas del cuerpo. Brazaletes,
pecho, grebas; pero carecían de una protección completa. Llevaban
la cara envuelta con unos pañuelos negros que solo dejaban al
descubierto sus ojos. </span>
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Kiran echó un vistazo a los guardias reales. «Demasiado
lentos», pensó, «son tan lentos que aún ni se han dado cuenta de
lo que está pasando, y para cuando lo hagan serán demasiado lentos
para actuar». Sin pensárselo, pasó sobre la cuerda de un salto y
se dirigió corriendo hacia los carros. Neil, sin saber por qué, le
siguió lo más rápido que pudo.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¡Soles blancos! —gritaron los jóvenes rebeldes,
mientras sacaban sus armas y se dirigían hacia el carro del rey.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Kiran y Neil recogieron unas ollas del puesto que había
tras la cuerda norte. Kiran contó que debían de ser unos diez
rebeldes en total. Uno de ellos, un tipo enorme con un mandoble más
grande aún, mató a los caballos del carro del rey de un par de
tajos. La multitud gritó y se alejó a toda prisa, pisoteándose los
unos a los otros. Otro rebelde fue a clavar un estilete en la tela
del carro, pero Kiran lo tumbó de un golpe en la cabeza con la olla.
El Cuervo fijó sus ojos rojos en otro de los rebeldes y esquivó con
facilidad un par de tajos horizontales, después le agarró el brazo
y le desencajó la muñeca de su mano dominante. Neil paró un golpe
vertical con su olla, después, como si de una enorme maza se
tratase, la ondeó sobre su cabeza y golpeó con brutalidad en la tez
de su enemigo.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">La guardia real llegó rápidamente, para sorpresa de
Kiran. Acabaron sin problemas con el resto de jóvenes e inexpertos
rebeldes y estrecharon las manos del bardo y el Cuervo en
agradecimiento por su ayuda. Solo los dioses sabían que hubiera
pasado si ellos dos no hubieran intervenido, aunque era fácil
imaginarlo.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿En qué demonios estabais pensando? —vociferó el
rey Faendar Zasey, con su carro aún detenido y dirigiéndose a su
guarida real—. Esos rebeldes igualaban en número a mi escolta
personal. Podían haberme matado a mí y mi familia y aún les
hubiera sobrado tiempo para beberse todo mi vino antes de escapar.
¿Dónde infiernos está el resto de mi guardia real?</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">P... parece ser que su Espada les requería para un
asunto de vital importancia, su... su majestad —dijo uno de los
tipos con capa dorada, visiblemente nervioso y tartamudeando, con una
voz tan aguda que Kiran llegó a dudar de que fuera una mujer.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">P, p, p, p, parece ser que eres tan estúpido que tu
madre ni siquiera te enseñó a hablar decentemente —bramó el rey,
burlándose del guardia—. ¿Vital importancia? ¿Qué es más vital
que la propia vida del rey, si puede saberse? ¿Es que acaso estoy
rodeado de idiotas incapaces de comprender que ha estallado una
guerra civil y que el reino está lleno de imbéciles que me quieren
muerto? —El rey se llevó las manos a la cara y suspiró, tornando
su voz en una que parecía contener un infinito cansancio—. Estoy
rodeado de inútiles. Traed otros dos malditos caballos y vayámonos
de aquí cuanto antes. —Faendar Zasey miró a Kiran, que había
permanecido arrodillado junto a Neil desde que él bajara de su
carro—. Tú, el de los ojos rojos, alza la cabeza —ordenó—.
¿Tú eres Kiran de Elias, no es así?</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Así es, su majestad —asintió Kiran.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Cuantísimo tiempo, Kiran de Elias. —Faendar
sonrió—. Bien, ve a la posada de mala muerte donde quiera que te
hospedes y recoge tus cosas, vienes conmigo a Antivas. Ya habrá
tiempo para hablar allí. Date prisa, no quiero quedarme en este
pueblo ni un minuto más del necesario. Que tu compañero venga
también si lo desea.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Kiran estaba confuso. ¿A qué venía eso? ¿Por qué de
repente el rey había pasado de saludarle a pedirle que lo acompañara
a la capital? No se le había perdido nada en un sitio como ese, pero
el Cuervo sabía que los reyes eran personas muy caprichosas, y
oponerse a sus deseos algo muy estúpido.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Pero... ¿por qué, su majestad?</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El rey se encogió de hombros.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Acaso tienes algo mejor que hacer con tu vida? —le
preguntó.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Kiran no respondió. Se dio media vuelta y fue a la
posada a buscar sus pertenencias.</span></div>
Antoniohttp://www.blogger.com/profile/13568669831476382043noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4644773294997295637.post-31508373304243014092012-08-23T19:07:00.002-07:002012-08-23T19:25:59.492-07:00El Vuelo del Fuego. 2<br />
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: medium;"><b>2</b></span></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: medium;"><b>Tratando
con el diablo</b></span></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><i>...y
la Dama Oscura dijo «¡Yuyoku, ven a mí!», y el dragón plumífero
apareció de la nada. Los tres reyes del norte, el este y el oeste
temblaban, conscientes de lo que significaba aquello. «Aquí
comienza El Vuelo del Fuego», anunció la Dama, subida sobre los
lomos de la bestia.</i></span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><i>Breve
historia de la gran guerra. Autor anónimo.</i></span></div>
<div align="CENTER" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">La
luz seguía inundando la posada, aunque esta había dejado de entrar
por los cristales del este, para empezar a filtrarse tímidamente por
los del oeste. </span>
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Grandir
ya casi había olvidado cuanto tiempo hacía desde que compró el
terreno e inauguró La Uva Roja. ¿Podrían ser veinte años?
¿Veintitrés quizás? Quién sabe, el caso es que su barba aún
conservaba su color natural por aquel entonces. Y su pelo abundaba en
mucha más cantidad.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Hoy
la posada había estado muy tranquila. Silenciosa incluso. Algunos
tipos con pinta extraña, un puñado de prostitutas anormálmente
amables y probablemente drogadas, un par de forasteros...</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">No
había hecho falta trabajar demasiado, pero también había sido un
día muy aburrido.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El
bardo y el tipo de los ojos rojos se levantaron de su mesa y se
fueron. Grandir se fijó en que el bardo se despidió de él con la
mano antes de salir, el otro parece que no se molestó en ser
simpático. Hum... ese tipo de los ojos rojos... qué había dicho
que era, ¿un Cuervo? ¿Y qué es un cuervo sino un pájaro de plumas
negras? Bueno, a quien le importa lo que quisiera decir. Grandir no
se preocupaba de lo que hicieran sus clientes, quienes fueran, a qué
se dedicaran o si estaban o no perseguidos por la ley. «Lo
importante es que paguen. Esa es la ley suprema» pensaba a menudo.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El
problema es que algunos se creían con autoridad para quebrantar la
«ley suprema». En ese caso, el castigo debía de ser también
supremo. El mes anterior por ejemplo, un tipo con pintas de vagabundo
y una alargada cara de rata, tras terminarse su comida, se le acercó
y con toda la desvergüenza del mundo, le dijo: «he terminado de
comer, estaba todo muy rico y estoy muy contento de haber elegido
esta posada. Pero no te pienso pagar». A lo que Grandir le respondió
rompiéndole una jarra de cristal en la cabeza. Pero las jarras eran
muy caras y no merecían ser desperdiciadas en esos menesteres, así
que desde ese día, el posadero guardaba bajo el mostrador una cosa a
la que le gustaba llamar «El Castigo Supremo», que no era otra cosa
que un palo de madera de arce casi tan grande como medio mostrador.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Se
dirigió hacia el ala este, a la zona de las mesas para recoger lo
que los dos tipos que acababan de salir habían ensuciado. Siempre
tenía que encargarse él de todo: servir a los clientes, hacer los
pedidos de cerveza y aguamiel, limpiar la posada, hacer y servir las
comidas... En días como hoy no había problema alguno, pero otros el
posadero llegaba a terminar reventado. Ya empezaba a notar la edad
sobre sus hombros.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">«Quizás
debería contratar a un ayudante», pensó, mientras sacudía con la
mano las migas del mantelito rojo y recogía un par de platos
apilados. Constantemente pensaba en ello, como también,
constantemente, pensaba otras cosas después como «me haría ganar
menos dinero» o «no me fiaría lo suficiente de nadie como para
dejar parte de mi negocio en sus manos». Al final siempre llegaba a
la conclusión de que lo más conveniente era quedarse como estaba.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El
sol comenzaba a ocultarse tras el horizonte hasta llegar a no ser
apenas un fragmento de su totalidad. La luz empezó a amenazar con
abandonar La Uva Roja. Grandir bajó las lámparas del techo y empezó
a encender una por una las velas. Con tranquilidad. Sin prisa alguna.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Se
dio cuenta de que la sala había quedado completamente vacía; a
excepción un par de tipos de aspecto extraño que llevaban sentados
en la misma mesa desde primera hora de la tarde.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Al
principio habían hablado en voz baja, reído a carcajadas y bebido
una gran cantidad de alcohol. Pero conforme la luz fue abandonando el
lugar, parecía que ellos también habían abandonado el entusiasmo y
la paciencia. No era la primera vez que Grandir lo veía. Gente que
escogía su posada como punto de encuentro para hacer algún tipo de
trato; la mayoría de las veces de dudosa legalidad. Bueno, siempre y
cuando cumpliesen la ley suprema, no era asunto suyo lo que quisieran
hacer o a quien estuvieran esperando.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Tiró
de las cadenas de la pared para subir la última lámpara. Había una
para cada zona de la posada, haciendo tres en total. Las velas
iluminaban al completo la estancia, mientras que la oscuridad ya era
absoluta en el exterior.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">La
puerta de la posada se abrió, dejando pasar una ráfaga de aire. El
fuego de las velas danzó violentamente y un par de ellas se
apagaron, oscureciendo la zona de las mesas por encima del resto de
la sala.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Como
arrastrada por el viento, una persona entró, pasó junto al
mostrador, y se sentó en la mesa junto a los dos hombres que
llevaban esperando desde el mediodía.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Vestía
una túnica de tela negra como la noche, las manos enguantadas hasta
debajo de las enormes mangas y unas botas, también negras, que se
escondían bajo la ropa casi por completo.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">No
llevaba ningún tipo de adorno, ni las telas poseían forma
decorativa alguna. Escondía su cara bajo una ancha capucha oscura.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Caballeros,
¿tenéis lo que me pertenece? —preguntó. La voz pertenecía sin
duda alguna a una mujer.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Así
es —respondió Bylos el ladrón, el más alto de los dos hombres y
quien parecía ser el líder—. Pero no me gusta tratar con
desconocidos, se vuelve difícil el perseguirlos si intentan
engañarte. De hecho ni siquiera me habían contado que fueras una
mujer. Muéstrame tu cara.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Me
temo que eso no será posible —respondió. A Bylos le resultó
extraña su voz. No pretendía ser dulce ni sensual, ni tampoco
escondía vergüenza, temor ni respeto; al contrario. Su voz
resultaba segura, decidida, y era la que imponía respeto para sí
misma. Una voz muy extraña para una mujer—. Si te sirve de algo,
no intentaré engañarte. Y si lo hiciera, tampoco podrías
perseguirme.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Bylos
y su compañero, Sev, soltaron una carcajada. La encapuchada no rió.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Ya
veo que no eres como las mujeres normales. Se nota sin necesidad de
verte la cara —el ladrón volvió a reír, y la mujer volvió a
mantenerse serena—. Bien, pues al menos dame un nombre. El que sea.
Solo quiero saber como dirigirme a ti.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Puedes
llamarme Essandra, si te place —respondió, encogiéndose de
hombros—. Ahora, si ya dais por terminadas las presentaciones,
entregádmelo.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Alto,
alto —Bylos esbozó una sonrisilla torcida, mientras hacía un
gesto de calma con las manos—. Antes hay algo que también nos
pertenece a nosotros. Mil estios, lady encapuchada.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Sev,
el más enano, coreó otra sonrisa junto con la de su compañero,
aunque siguió callado. A Bylos siempre se le había dado mejor el
tratar con la gente. Pero a la hora de los hurtos, era Sev quien se
encargaba de todo, ya que, según había dicho en una ocasión, Bylos
era tan bestia que sería capaz de derrumbar el edificio donde estaba
robando. Sin embargo, a él se le daba genial el arte del hurto,
había nacido para ello. ¿Pero de qué le servía si carecía de
contactos para encontrar trabajos y de mano negociadora para sacar
los mejores precios? Los dos ladrones hacían una pareja perfecta
juntos. Sev metía la mano en los bolsillos de la víctima, y Bylos
en los del comprador.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">No
juegues conmigo, ladrón —le asaltó Essandra, con su voz imponente
y tranquila. Su cara era una sombra bajo la más densa oscuridad—.
Desde el primer momento, el trato acordado eran quinientos estios.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Te
equivocas, mujer. Ese era tu trato, el trato inicial. Pero los tratos
no son como la piedra caliza, no. Los tratos son como el agua, que el
viento deforma y traslada a placer. Y ahora, a mí me placen
quinientos estios más, si es que quieres ese collar.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El
ladrón jefe pudo escuchar un resoplido bajo la capucha oscura. La
mujer metió la mano dentro de una de sus anchas mangas. «He
ganado», pensó el ladrón y también estafador. Ahora la mujer
sacaría de su manga una bolsa llena de estios, llena de mil de
ellos, y él volvería a ganar una cantidad indecente de oro gracias
a su brillante talento y su mente veloz.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Pero
se equivocaba. Ninguna bolsa salió de ahí. Essandra simplemente se
remangó.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Has
debido de creer que ya que tienes lo que me pertenece, podías
estafarme. Que al fin y al cabo, solo soy una mujer —rió
ligeramente. Su voz imponente había adoptado un tono aún más grave
y penetrante—. Sin embargo, voy a enseñarte cuánto te has
equivocado.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Sev
soltó una carcajada. Su compañero no lo siguió esta vez.</span><br />
<span style="font-size: small;"><br /></span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Qué
vas a hacer? ¿Vas a pegarnos, mujer? ¿No deberías tener miedo de
romperte una uña o algo así? —El más bajito de los dos ladrones
había decidido romper su silencio entre risitas y carcajadas. Esta
vez era el alto quien había decidido callar.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Bylos
se encontraba extrañamente tenso, mientras observaba como la
encapuchada mostraba un brazo completamente cubierto por un fino
guante de seda negro. Por alguna razón, hasta ahora no se había
fijado en los ojos de la mujer. Y ahora, de repente, ahí estaban,
flotando sobre esa cara sin rostro. Resultaba extraño, toda su cara
le resultaba imposible de ver, hasta la última de sus facciones.
Pero los ojos estaban ahí, se veían con plena claridad, incluso
resaltaban. El ladrón nunca había visto unos ojos así. Jamás en
toda su vida. Eran de un extraño color lila oscuro, y emitían un
brillo antinatural. Debían de ser preciosos, pero por algún motivo,
en ese momento no se lo resultaban. </span>
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El
mirarlos le causaba una extraña sensación. Una sensación que no
podía explicar y que hacía que se le erizara el bello. Bylos se dio
cuenta de que estaba sudando. Y después, de que las piernas le
temblaban.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Está
en la capilla de la diosa Anais, en Antivas. —dijo, limpiándose el
sudor frío de la frente con disimulo. Su compañero le lanzó una
mirada, una mirada que hacía una pregunta. Pero no obtuvo
respuesta—. Sev quería robar el collar de todas formas, pero yo no
pienso cargar con una ofrenda a los dioses robada. Estoy seguro de
que no tendrás problema alguno en cogerlo tú misma.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Bylos
no podía ver la cara de la encapuchada, pero estaba seguro de que en
este momento, en alguna parte de su rostro, se había formado una
sonrisa.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Esa
ha sido una respuesta inteligente —señaló Essandra. Se levantó
de la mesa y volvió a colocarse la manga en su sitio con una
sacudida. De algún lugar tras su capucha, sacó una pequeña bolsita
que lanzó un sonido metálico al chocar contra la mesa—. No os
pienso dar quinientos estios, ya que el trato era que me dieseis el
collar en mano. Así que ahora los vientos me placen con que os dé
cincuenta. Podéis sentiros unos hombres afortunados.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Essandra
se dirigió hacia la puerta, pasando frente a la barra. El posadero
disimulaba torpemente no haber estado escuchando su conversación con
los dos ladrones.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Eh,
ojos lilas —le interrumpió Bylos desde su mesa, alzando un poco la
voz—. ¿Para qué tomarse tantas molestias en esa baratija? Ni
siquiera vale estos cincuenta estios. No es más que un collar sucio
alrededor del cuello de la diosa.</span></div>
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">La
encapuchada siguió su camino, arrastrando por el suelo la parte trasera de la túnica y sin siquiera girar la cabeza.</span></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Mis
razones no son de tu incumbencia, ladrón. </span>
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Y
salió de la posada, con el aire nocturno meciéndole la ropa y
sumergiéndose en la noche.</span></div>
Antoniohttp://www.blogger.com/profile/13568669831476382043noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4644773294997295637.post-17136712305465490382012-08-21T17:14:00.003-07:002012-08-21T17:14:38.790-07:00Revisión capítulo 1.El capítulo 1 de El Vuelo del Fuego ha sido revisado. Los cambios han sido:<br />
<br />
-Algunas líneas del prólogo cambiadas.<br />
-La forma en la que se conocen los dos personajes.<br />
-La presentación de la taberna donde discuten los personajes y su descripción han sido mejorados.<br />
-Cambiadas varias lineas de la conversación en la taberna, resultando menos liosa y dando Neil otro punto de vista en algunas lineas.<br />
-Algunos cambios menores en otras lineas y arregladas varias faltas ortográficas.<br />
<br />
Perdonad las molestias e intentaré no tener que modificar tanto en el próximo capítulo (que se encuentra en proceso de revisión).Antoniohttp://www.blogger.com/profile/13568669831476382043noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4644773294997295637.post-88479654313235804712012-08-03T20:54:00.004-07:002012-08-27T14:56:31.567-07:00El Vuelo del Fuego. 1<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
Y el otoño llegó...</div>
<div style="text-align: center;">
...para nunca más marcharse.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://img6.imageshack.us/img6/3755/elvuelodelfuegootoofina.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="171" src="http://img6.imageshack.us/img6/3755/elvuelodelfuegootoofina.jpg" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<br /></div>
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<b style="font-size: large;">1</b></div>
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: medium;"><b>Bienvenido,
Kiran de Elias</b></span></div>
<div align="CENTER" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><i>Se acerca la oscuridad, la llama se alza. La época
del fuego y la espada, el tiempo del cielo y la tierra, el día de
los demonios alados.</i></span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><i>El sol se apagará, el cielo oscurecerá; los reyes
abandonarán sus tronos, consumidos por el miedo y el odio. Y al
final, el caos será quien lleve la corona sobre su cabeza.</i></span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;"><i>«Preludio de oscuridad», autor anónimo.</i></span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Las risas, los gritos, el tintineo de las copas, las
apuestas sin sentido. En otro momento el tipo sentado junto a la
barra habría amado las tentaciones de la posada; pero llevaba más
de tres días hospedado allí y aún no había encontrado trabajo
alguno. </span>
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Se trataba de un hombre corpulento, de cabellos negros y
aspecto no muy mayor. Vestía un jubón de tela rojo con una camisa
blanca debajo. En su cara asomaba una barba de varios días.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Se incorporó y salió al exterior. La luz del sol le
deslumbró por unos instantes.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br />
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Inda
no era un pueblo muy grande; su gente sobrevivía de lo poco que
podía ganar con las cabras, las vacas y las gallinas. Las largas
callejuelas curvadas estaban abarrotadas de gente: mujeres comprando
verdura, guardias armados patrullando, mensajeros correteando con
cartas recién traídas por las palomas... El pueblo se veía
plenamente vivo a aquellas horas de la tarde. </span>
</div>
<div align="LEFT" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Hacía
mucho calor, de ese húmedo y asqueroso que te pega la ropa en la
piel. El verano había quedado ya muy atrás, tan atrás como cuando
llegó el otoño. Pero ese día era caluroso, demasiado para esa
estación.</span></div>
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El hombre moreno observaba a su alrededor, con esos
horripilantes ojos de iris rojizo.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">A un lado de la calle, un tipo discutía con una mujer.
Intentaba excusarse tímidamente, mientras la chica rubia gritaba y
le arrojaba prendas desde la puerta.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El joven tenía el cabello castaño y rizado y vestía
una casaca de terciopelo negro sin mangas; debajo, llevaba una camisa
de lino clara. Sobre la cabeza se vislumbraba una boina oscura
colocada de lado; además, en la zona pectoral, atravesada entre la
casaca, tenía introducida una pluma de charrán blanco.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¡Cerdo! ¡Hijo de puta! —gritaba la mujer,
mientras le arrojaba unos pantalones azules—. Con lo que yo te amo,
¿cómo has podido? —se alejó y recogió unas sandalias marrones
que a poco no acaban estampadas en la cara del suplicante hombre.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Vamos, Jiluna —siseó, mientras esquivaba las
prendas con habilidad—, no sé por qué te pones así. Te dije que
te quiero, sí, pero nunca dije que no quisiera a nadie más.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Y encima en nuestra propia casa —entró en el piso
y regresó con un instrumento de madera con cuerdas—, si es que
además de libertino eres un idiota. ¡Un idiota es lo que eres,
Neil!</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¡No, espera, el laúd no! —suplicó el chico—.
¡Por favor, el laúd no!</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">La joven de cabellos dorados hizo oídos sordos a los
gritos de súplica y el instrumento explotó contra el suelo en mil
pedazos, bajo los agudos alaridos de las cuerdas al rasgarse.
Después, entró en la casa y cerró la puerta tras de sí.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El chico dio media vuelta, cuando un grandullón rubio y
fornido se le acercó.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Oye, por qué estabas discutiendo con esa chica?</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Y a ti qué te importa? —le espetó Neil—.
¿Quién te crees que eres para meterte en conversaciones ajenas?</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Su prometido —respondió el grandullón.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Oh, sí, ya lo creo. Su prometido —rió el tipo de
la pluma, incrédulo de las palabras del fortachón—. Pues debes de
saber que he puesto a tu novia a cuatro patas. Oh sí, ya lo creo: en
la cama, sobre la mesa, en la cubeta de aseo; hasta en el tejado.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El otro hombre, que visto desde cerca parecía un
armario, se puso rojo como un tomate y su cara se tornó rabiosa.
Agarró a Neil de su casaca, y lo levantó del suelo con un solo
brazo.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¡Enano hijo de perra! —le gritó. El otro joven se
dio cuenta de que había cometido un error; aquella mole
probablemente sí fuera el novio de Jiluna. Estaba apunto de recibir
el primer golpe, y estaba preparado para ello; pero algo hizo que el
gigante detuviera su puño.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Vamos, ya basta de peleas —dijo el tipo de los ojos
rojos mientras se aproximaba, quien había estado viendo todo el
espectáculo—. Gradullón, el tipo de la pluma está en lo
correcto. Tú novia es una libertina, el un idiota y tú un cornudo.
Nada de eso va a cambiar porque os peleéis.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Qué pasa? ¿Eres amigo suyo? —le preguntó el
armario, haciendo descender al tipo llamado Neil—. Entonces dejaré
al pajarito y te zurraré a ti, si es ese tu deseo.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El ojos de sangre rió.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Agradece que no lleve mi espada.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Qué pasa? —rió la mole—. ¿Es que no puedes
pelear sin una espada?</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">No —le respondió—. Quiero decir que des gracias
de no llevar ningún arma conmigo.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Todo sucedió rápidamente. Apenas en el tiempo que Neil
tardó en ponerse en pie. El gigante trató de golpear al ojos rojos,
pero este esquivó con facilidad todos los golpes; después le
retorció el brazo y le hizo caer sobre sus rodillas. Después, de
una patada en la frente, lo arrojó contra los adoquines. </span>
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El enorme fortachón, que hasta hace unos segundos había
impuesto respeto y miedo, yacía en el suelo, con la espalda apoyada
sobre la pared y el brazo retorcido. Pero aún conservaba arrogancia
en la mirada.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¡Bu! —dijo el ojos de sangre, y la petulancia
desapareció de su mirada, para tornarse en miedo y forzarle a salir
corriendo todo lo deprisa que sus piernas le permitían.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Neil se sacudió las ropas antes de apresurarse hacia su
misterioso salvador. Durante el forcejeo había caído sobre un
charco y el negro de la casaca se había enclarecido cerca del
costado.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Gracias por ayudarme, amigo —dijo, con una sonrisa
en la cara—. Soy Neil de Ordana ¿Puedo saber tu nombre?</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Yo soy Kiran de Elias —anunció el ojos rojos—.
Deberías tener cuidado con tu lengua, si no quieres que algún día
te la acaben arrancando.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Neil rió.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Tranquilo, Kiran de Elias. Incluso si no me hubieras
ayudado, habría acabado con esa mole por mi propia cuenta.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Ah sí? —le respondió Kiran, con una sonrisilla
en la boca—. No me lo pareció cuando te vi levantado medio metro
del suelo.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">No importa. El asunto es que me has ayudado, y te
estoy agradecido. ¿Eres de por aquí, amigo de Elias?</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">No —le replicó. Su voz era ligeramente rasgada y
muy grave. Imponía respeto al ser escuchada—. Llevo unos días
aquí, aunque no tengo intención alguna de quedarme por mucho más
tiempo. Este es tan solo otro pueblo más sin ningún trabajo
interesante que ofrecerme.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Bueno —Neil se encogió de hombros—, no sé que
clase de trabajo <<interesante>> es el que tú buscas,
pero te puedo asegurar que este sitio es uno de los lugares menos
interesantes del reino. Yo también llevo poco tiempo aquí, apenas
unas semanas.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Y piensas quedarte? ¿O tienes tú también una
razón para marcharte?</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">El joven de la pluma en el pecho rió.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Si no la tenía, acabo de encontrarla —dijo,
señalando la mancha de sangre que el grandullón había dejado sobre
los adoquines—. Ven, Kiran; déjame que te invite a comer para
agradecerte tu ayuda.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">La luz del sol se tornaba rojiza al entrar por las
ventanas tintadas de la pared. La posada estaba bastante tranquila en
aquel momento, la poca gente que había sentada en las mesas comía,
bebía, y hablaba de sus asuntos con discreción. El piso se
distribuía en tres zonas fácilmente diferenciables. </span>
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">En la zona central se encontraba la barra, tras la cual
el posadero limpiaba unas húmedas jarras de cristal con un trapo. </span>
</div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">En la sección oeste, elevado algunos centímetros por
encima de la zona de la barra, se alzaba el escenario; pensado para
que algún bardo o grupo musical tocara sobre él y para la
realización de algunos espectáculos sencillos. En este momento se
encontraba vacío.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Por último estaba la zona este, en la cual se
distribuían espaciosamente una gran cantidad de sillas y mesas
cuadradas. En una de ellas, junto a una de las ventanas de la pared,
era donde se encontraban sentados Kiran y Neil.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">No encuentro diferencia alguna entre esta posada y en
la que yo me hospedo -dijo Kiran, encogiéndose de hombros.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Debes de apreciar lo bueno, Kiran —solicitó Neil—.
Esto es La Uva Roja, toda una posada para caballeros. Nada tiene que
ver con esos otros antros del pueblo, en los que solo hay borrachos,
ladrones y vagabundos.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">De hecho, aquí solo veo borrachos, ladrones y putas
—dijo, señalando a las mesas de su alrededor con la mano.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Neil sonrió mientras arrancaba un grasiento muslo de
pollo de su plato.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Y agradezco con júbilo la compañía de las putas,
cosa que no puedo decir de los vagabundos, que tienen la mala
costumbre de pedir dinero de forma altruista. Al menos las putas
saben ganarse su sueldo.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">La conversación se fue tornando hacia los típicos
asuntos triviales de los que tratan las conversaciones de mesa. A
pesar de ello, Kiran estaba contento de tener alguien con quien poder
hablar; además de la comida, por supuesto, ya que desde que se
encontró con Neil, había tenido que recorrer más de medio pueblo
hasta llegar a La Uva Roja. Este pueblo no era común, no era como
ningún lugar en el que hubiera estado antes. Las casas estaban tan
cerca las unas de las otras que las calles resultaban ser
claustrofóbicamente estrechas; tanto que dos hombres de gran altura
extendiendo los brazos habrían sido capaces de cortar el paso de una
de ellas. Ni siquiera había una plaza grande y espaciosa con niños
jugueteando alrededor de una fuente. Todo era demasiado comprimido y
agobiante. A pesar de ello, no carecía de utilidad. Probablemente en
la época en la que el pueblo fue construido, aquella debía de ser
una zona de conflicto, en alguna de las guerras antiguas. Las altas
murallas y las calles angostas serían una gran ventaja de terreno
para cualquier atacante desconocedor de como moverse por el pueblo.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Los dos conversantes terminaron sus respectivas comidas,
y sin previo aviso, la discusión se fue tornando menos trivial. En
cierta ocasión, Kiran había escuchado que las conversaciones son
como una enfermedad que degenera en otra distinta y más enrevesada.
El tiempo no había hecho más que demostrarle lo cierta que era esa
afirmación.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Y, por cierto —Neil rebañó la salsa en su plato
con un trozo de pan—, ¿te has enterado de lo de la rebelión de
los Soles Blancos?</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Kiran, en efecto, se había enterado de ello; como todo
aquel que viviera en cualquiera de los cinco reinos del continente y
tuviera orejas para escuchar.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Hacía ya más de un año desde que Earnis, señor del
continente de Lanaeda, a sus más de noventa años, muriera. Para
sorpresa de todos, en lugar de relevar el reinado de las tierras
centrales y de los cinco reinos a su hijo Iobry, rey de Mytavar y
señor de los reinos del oeste, lo dejó en manos de Faendar, su
propio hermano y tío de Iobry.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Al principio, Iobry incluso felicitó a Faendar entre
apretones de manos, abrazos, sonrisas y falsas cortesías. Pero poco
tiempo después, tras su regreso a Mytavar, procuró de empezar una
rebelión, con ayuda de algunos fieles seguidores que apoyaban la
sucesión de sangre.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-size: small;">Después, posicionándose en contra de las más
controvertidas decisiones de su tío, también consiguió aliados
entre los campesinos. Se posicionó en contra de la decisión de
cesar el comercio con las islas exteriores y contra el posterior
aumento de los impuestos a causa de ello; también contra la
fundación del tribunal excepcional, o, dicho de otro modo, de la
obligación a que todos los habitantes de los cinco reinos adoraran a
los cinco reyes de las tierras centrales bajo pena de muerte, aun
cuando muchos de esos reinos ya tenían sus propios dioses a los que
adorar; también se puso en contra del cambio del antiguo escudo de
la capital. El sol blanco de Antivas fue sustituido por un sol
dorado, en honor al cambio de la sucesión directa de sangre por la
sucesión política. Al deshacerse de la bandera que desde los
tiempos de los antiguos había ondeado sobre la capital, el nuevo rey
se había ganado muchos enemigos. Y lo que es peor, Faendar había
cometido un grave error de cara a los rebeldes; les había dado un
símbolo que defender.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Sí —respondió Kiran—, he oído que está
gestándose una guerra civil.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">¿Gestándose? —rió Neil—. La guerra civil ya
está cocinada y más que podrida. La semana pasada, unos Soles
blancos quemaron la casa del consejero del rey. Ese tipo tiene mujer
y una hija viviendo con él, Kiran, podían haber muerto. Esto pinta
muy mal, desde la rebelión de Janappas contra el rey de reyes hemos
disfrutado de más de trece años de paz. Hace ya mucho tiempo de
eso, y se suele decir que cuanto más larga es la paz, más larga es
después la guerra. Se avecinan tiempos malos, Kiran; se avecina la
edad de la espada y la sangre, la época de la ventisca de acero.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Faendar tampoco es precisamente inocente. Para
empezar, la imposición de una religión bajo pena de muerte es un
llamamiento abierto a la rebelión —Kiran rió—. Y se atreven a
decir que es para no provocar la ira de los dioses. Alguien que se
hace llamar a sí mismo rey no permitiría que su gente sufriera de
esta forma y entregaría la corona a Iobry, que, al fin y al cabo,
era a quien se esperaba como rey desde un primer momento.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Sí, creo que comparto lo que quieres decir. Mucha
gente ha sido encarcelada por adorar a sus propios dioses. En parte
creo que comprendo a esos rebeldes; a veces el fuego y la sangre es
la única forma de ser escuchado.</span></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
<br /></div>
<div align="LEFT" lang="es-ES" style="margin-bottom: 0cm;">
—<span style="font-size: small;">Creo que me has malinterpretado, Neil. Yo no estoy de
parte de nadie, todo lo que huela remotamente a política me provoca
repulsión. Los reyes tienen la mala manía de competir entre sí, y
cuando lo hacen, al final, los que acaban sufriendo son los que nada
querían de la guerra y los que nada acaban ganando de ella. No, para
mí no hay nada de bueno ni noble en el arte de la política, ni en
las coronas, ni en los reinos, ni en los juegos de la traición.
Ningún rey es un rey bueno, pues hasta el momento ningún rey busca
la paz.</span></div>
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<br /></div>
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—<span style="font-size: small;">Tú también me malinterpretas a mí, ojos rojos. Yo
soy un hombre de paz, e intento hacer todo lo posible para
conseguirla. Algunos intentan lograrla mediante la espada, mientras
que los más atrevidos intentan atacar el problema desde la raíz,
sumergiéndose en la política. Yo trato de encontrar la paz mediante
las emociones de la gente, y nada llama más a la emoción que la
música y las historias. Siempre y cuando estas sean las apropiadas,
por supuesto.</span></div>
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<br /></div>
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—<span style="font-size: small;">¿Tu música y tus historias? —Kiran puso cara de
extrañado, mientras apilaba sus platos en la mesa sobre los de
Neil—. Ah, ahora entiendo lo del laúd. ¿Eres bardo, Neil?</span></div>
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<br /></div>
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—<span style="font-size: small;">Has acertado —afirmó, adoptando una cómica cara
de orgullo—. Toqué en la corte del mismísimo rey de Lanaeda,
Earnis, cuando aún se encontraba con vida. Y para tu información,
le gustó tanto que recibí sus felicitaciones personales tras el
espectáculo. Espero que Anais cuide de él en la otra vida, pues era
un gran hombre —suspiró—, el me agradeció el haber tocado
personalmente para él y su familia, y después me pagó lo
suficiente para permitirme tomarme un tiempo de vacaciones. Kiran, te
sorprendería la cantidad de nobles que esperan a que termine de
tocar tan solo para encogerse de hombros y mirarte con cara de bobos
cuando les dices que es hora de pagar por el espectáculo.</span></div>
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<br /></div>
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<span style="font-size: small;">>>Si el rey levantara cabeza... -suspiró-, se
avergonzaría de ver lo que su propia familia, lo que los de su
propia sangre se están haciendo los unos a los otros por una simple
corona de metal... —sacó unos estios de oro de su bolsillo y se
los dio al posadero, que se había acercado a la mesa—. Yo invito,
compañero.</span></div>
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<br /></div>
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<span style="font-size: small;">Kiran se fijó durante un instante en unos tipos
tatuados que brindaban sonoramente a un rincón de la barra, mientras
la espuma de sus jarras de cerveza salpicaba el suelo. Uno de ellos,
un tipo con más brazo que cabeza y una barba trenzada reía a
carcajadas.</span></div>
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<br /></div>
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—<span style="font-size: small;">Dejemos la política por un momento —solicitó
Kiran—. Estoy seguro de que un bardo como tú tendrá mejores cosas
de las que hablar, como de historias inventadas y música
desconcertante.</span></div>
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<br /></div>
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—<span style="font-size: small;">No menosprecies la música, Kiran. Una melodía
adecuada es capaz de producir los sentimientos más dulces en el
corazón más frío. Sueño con un mundo de paz, donde la música
calme y purifique las almas de los hombres. Hasta que ese día
llegue, lo único que podemos hacer es intentar encontrar la
felicidad a nuestra manera -el bardo levantó las cejas y sonrió. Se
había percatado de que, casi sin darse cuenta, se había puesto más
serio de lo habitual-. Yo, por ejemplo, intento encontrarla mediante
el libertinaje —rió—, parece ser que Jiluna no lo comprendía.</span></div>
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<br /></div>
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—<span style="font-size: small;">De hecho creo que lo comprendía mejor que tú —le
respondió Kiran, tras lo que los dos soltaron una sonora carcajada
al unísono. </span>
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<br /></div>
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<span style="font-size: small;">El bardo se inclinó hacia adelante en su asiento,
observando los ojos rojos de su compañero.</span></div>
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<br /></div>
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—<span style="font-size: small;">¿Y qué hay de ti, Kiran de Elias? ¿A qué te
dedicas tú? Y por favor, no me digas que eres carpintero, porque
sería una tremenda decepción tras lo que le hiciste a la cara del
supuesto novio de Yiluna.</span></div>
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<br /></div>
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—<span style="font-size: small;">Soy mercenario -le respondió-. Paga lo suficiente y
podré desde protegerte al ir al banco hasta pelear en la mismísima
guerra del infierno.</span></div>
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<br /></div>
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<span style="font-size: small;">Neil amagó una sonrisa.</span></div>
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<br /></div>
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—<span style="font-size: small;">No tengo ningún prejuicio hacia ninguna profesión,
y si no quieres hablar de ello no importa, no te pediré que lo
hagas, todo el mundo tiene sus secretos —se encogió de hombros—.
Pero no intentes engañarme. Esos ojos no son los de un mercenario.</span></div>
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<br /></div>
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—<span style="font-size: small;">Sé a qué te refieres —le contestó Kiran—, pero
estás muy equivocado. No soy quien tú crees.</span></div>
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—<span style="font-size: small;">¿Ah, si? —el bardo adoptó una sonrisa irónica—.
¿Entonces no son esos ojos de iris rojo los de un Cuervo? ¿Acaso no
lo sabía y en las últimas décadas el color de ojos rojo se ha
vuelto común en los nacimientos de niños? Que yo sepa, hasta hace
poco el iris rojo era exclusivo de aquellos que han modificado sus
ojos por unos más veloces, algo que solo saben hacer los Cuervos.
Algo que, de hecho, deben hacer si desean realizar correctamente su
labor de cazar magos protestantes.</span></div>
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<br /></div>
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—<span style="font-size: small;">Estás en lo correcto, bardo, y parece ser que sabes
mucho sobre los Cuervos. Pero eso no quiere decir que sepas nada
sobre mí. Dejé de ser uno de ellos hace años, cuando me cansé de
cazar a inocentes y volé del Nido. Allá por mi juventud era
inmaduro y estúpido, y realmente creía que los hechiceros eran un
peligro y que debían ser recluidos en el Nido, quisieran ellos o no.
Pero con el tiempo, te das cuenta de que la mayoría solo son gente
que ha desarrollado poderes casi sin darse cuenta, y que lo único
que desean es vivir su vida en paz y sin que nadie les moleste.</span></div>
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<br /></div>
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—<span style="font-size: small;">Puedes haberte alejado del camino de los Cuervos —le
interfirió Neil—. Pero nunca dejarás de ser uno de ellos. Eso es
algo que llevas en la sangre, en los ojos —le toqueteó la frente a
Kiran—, en la mente... Recuerda, al final todas las aves regresan a
su nido.</span></div>
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<span style="font-size: small;">Aun con todo, eres un proscrito ¿no es así? Se supone
que el trabajo de Cuervo es hasta la muerte.</span></div>
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—<span style="font-size: small;">Bueno —aclaró Kiran, enderezándose sobre el
asiento—, el mío fue un caso un poco particular.</span></div>
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